Guatemala: Ni «Revolución de Color» ni «cambio de régimen». Todo sigue bien

Guatemala: Ni «Revolución de Color» ni «cambio de régimen». Todo sigue bien

Marco Fonseca

Una «revolución de colores» no se caracteriza, bueno, por los colores. Solo porque todo mundo salió a manifestar con la bandera de Guatemala en las manos y a cantar el himno nacional 20 veces no quiere decir que el Evento de #RenunciaYa fue, como un todo, manifestación de una «revolución de colores» o instrumento de La Embajada.

Una «revolución de colores» se caracteriza por el contenido ideológico y político de los actores en el escenario o manejando a los mismos detrás del escenario. En el caso de Guatemala, nadie puede negar el carácter relativamente espontáneo que dio origen al Evento de #RenunciaYa. Pero tampoco se puede negar que, una vez en marcha, empezaron a organizarse esfuerzos por controlar o subsumir algunos de sus elementos, si es que no todo el movimiento, y ponerlo en función de un proyecto thermidoriano ya sea de restauración o de normalización neoliberal. Lo mas conspicuo de todo esto se dio con la abierta expresion de apoyo que emanó de La Embajada y, ambivalentemente, del Cacif. Pero, desde dentro del movimiento, mes y medio después de su irrupción, empezaron a surgir instancias claramente identificadas con poderes conservadores. Por ejemplo, Global Shapers.

Pero definitivamente que no podemos decir que el Evento de #RenunciaYa fue ingeniosamente controlado como un todo por el Pentágono, el Departamento de Estado o La Embajada. No podemos decir que la caída dramática del gobierno de OPM constituya un «cambio de régimen» impuesto por Washington sobre todo porque OPM «quizás» se haya opuesto a planes militaristas y expansionistas de EE.UU. en la región para contrarrestar el avance de ALBA o instancias de desarrollo como Petro Caribe. Ello, en mi opinión, es crudo y superficial y trivializa la importancia histórica de las jornadas de protesta y lucha ciudadana que sacudieron durante cuatro meses el estupor y la inercia tradicional de la dominación y la hegemonía en Guatemala.

Eso sí, hay que reconocer que el Evento de #RenunciaYa no pasó de su etapa espontánea, catártica y – como dice Bauman – «liminal» a una etapa mas disciplinada y organizada. Hay que reconocer que si la protesta ciudadana fue adquiriendo un carácter más amenazante para las élites del Cacif y los grupos regionales de poder (con el rechazo a Baldizón y el partido Líder), ello se debió a la convergencia en la misma de varias vertientes de protesta, contestación y lucha subalterna que precedieron por mucho tiempo al Evento mismo pero que confluyeron en el mismo y amplificaron enormemente la cobertura y profundidad de sus demandas. Nada de esto fue o pudo ser controlado por Washington. Hay que reconocer que aunque se dio paso de la consigna de #RenunciaYa a la consigna de que – como lo puso la Asociación La Cuerda​ – «en estas condiciones no queremos elecciones», esto no tuvo tiempo para madurar y, de hecho, se quedó a nivel de una simple limpieza institucional y se tradujo en un voto nulo que no pudo anular las elecciones. Es a nivel de limpieza institucional, también, que se entienden las reformas a la LEPP propuestas tanto por la Plataforma, adoptadas por el TSE y luego – aunque diluidas mucho más – por el Congreso. Y, finalmente, yo mismo debo reconocer que la consigna de pasar a la #RefundaciónYa, que es obviamente una consigna más radical, interpeladora y desafiante y que también es parte de otros proyectos – sobre todo en las comunidades indigenas y en algunas de sus organizaciones políticas – se quedó circulando solo en una esfera muy pequeña de activistas en la red y en el terreno de la acción. En lugar de ello, propuestas liberales – poliárquicas – de «renovación» del sistema institucional han tenido más eco dentro de ciertos sectors de la ciudadanía sobre todo de clase media y en la academia.

En resumen, el Evento de #RenunciaYa no pudo ser convertido en una «Revolución de Color» aunque sí han habido intentos claros por hacerlo tanto de La Embajada como de algunos actores menores dentro de la protesta ciudadana. La caída del gobierno corrupto de OPM no constituye un cambio de régimen en ningún sentido estricto de dicha palabra. Al contrario, todo sigue igual si es que no mejor para la élites del Cacif y para los grupos regionales de poder (los porcentajes del presupuesto de 2016 a ser gastados donde dichos grupos tienen mas control es grotesco). Los nombramientos de AMA y su aparente flexibilidad octogenaria están «impresionando» tanto a sus críticos en la ciudadanía que mucha gente parece estar dispuesta a olvidar los esqueletos que se esconden en el closet del Presidente (incluyendo su absolución de Ríos Montt en la CC) y el hecho de que él representa continuismo y de ninguna manera cambio de régimen. La victoria tristemente anunciada de Jimmy Morales y la enorme distracción que provocan sus propuestas crasas y estúpidas constituyen el espectáculo político perfecto que está restituyendo la comodidad ideológica del Cacif y de la Embajada. El neoliberalismo sigue en marcha así como el Plan para la Prosperidad. Todo sigue bien.

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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