Hay que repetirlo: No hubo «revolución de colores»

Hay que repetirlo: No hubo «revolución de colores»
Marco Fonseca

En general estoy de acuerdo con lo que escribe Ollantay Itzamná. Pero en la pieza de abajo, creo, se fue del lado analítico equivocado y está haciendo planteamientos sobre la protesta ciudadana en Guatemala como un todo que la reducen a un títere de La Embajada. Escribe:

«En el caso de Guatemala, la aplicación del libreto norteamericano de la citadina «revolución de colores» fue espectacular: Instaló en el imaginario citadino que Otto Pérez-Roxana Baldetti (gobernantes neoliberales tan corruptos como el CACIF y la oligarquía nacional) son los «demonios» en persona. Luego, convocó-movilizó multitudes para «destituir/encarcelar» a estos demonios. Y, una vez que la bronca colectiva activada llegó a su cúspide, sublimó esta energía popular de indignados/as en la catarsis de las urnas para «elegir» a otra pesadilla corrupta y neoliberal igual o peor que la anterior.

Ahora, en las plazas, recientemente ocupadas por las multitudes de indignados, flamean sosegados gigantescos estandartes del bicolor nacional como signo de que todo volvió a la calma y la normalidad. Aunque los secuestros y asesinatos selectivos contra defensores/as comunitarios de derechos y de territorios continúan sin pausa en el país» (Fuente: http://goo.gl/Jjs7Mt).

Si bien es cierto, como lo hemos dicho repetidamente en muchos blogs, la tendencia restauradora y thermidoriana estaba presente ya desde el comienzo de la protesta ciudadana misma, ello no implica que la misma no tuvo un potencial reformador e incluso, aunque de modo más tenue, refundacional. Por un lado, es cierto que La Embajada de EE.UU. por medio de El Embajador Todd Robinson, tomaron parte incluso de las manifestaciones ciudadanas dando lugar con ello a ciertas preguntas y sospechas (ver http://wp.me/p6sBvp-x). También es cierto que hubo grupos que aparecieron un mes y medio después de iniciadas las protestas – grupos como Guate Activa, Global Shapers, etc. – con tendencias no solo «clasemedieras» sino que, de hecho, de empresariado social y con vínculos a organizaciones internacionales – como el World Economic Forum (ver http://wp.me/p6sBvp-2S y http://wp.me/p6sBvp-4H). Pero estos grupos no llegaron a ocupar posiciones dominantes ni siquiera dentro del colectivo de #RenunciaYa. Y, mucho menos, cuando dicho colectivo «catalizador» – como lo pone Enrique Naveda en fb – tuvo el coraje de soltar la guayaba y dejar que la protesta se desarrollara sin su control absoluto o vertical. Ese fue el momento cuando varias vertientes de protesta que precedieron a #RenunciaYa empezaron a tomar cierto protagonismo y cuando surge la Asamblea Social y Popular Guatemala​ como un eje sólido de la lucha.

Hay que repetir esto: Aunque no se haya logrado pasar de lo liminal y espontáneo y de demandas contra la corrupción y por la renuncia de OPM, aunque no se haya logrado pasar al momento mas reformista – el que estaba siendo articulado por grupos fuera de la protesta como el Grupo Semilla e, incluso, la Plataforma de la USAC – ello no quiere decir que la protesta ciudadana devino en una pura «revolución de colores». No hubo en Guatemala lo que sí hubo en Ucrania y otros países de la antigua Union Soviética. Tampoco fue el gobierno de OPM una amenazada contra los intereses regionales de EE.UU. como sí lo han sido los gobiernos de Chávez/Maduro, Morales y Correa. OPM ya había aceptado los términos principales de la geopolítica y del «desarrollo» de EE.UU.

Fue en nuestros análisis donde se planteó el espectro de una posible «revolución de colores» en Guatemala ya el 5 de junio (ver https://goo.gl/rezMlt). Ya para fines de julio la amenaza restauradora era mayor (ver http://wp.me/p6sBvp-30). Así que no fue en el trabajo de Mario Roberto Morales donde se hizo ésta discusión por primera vez aunque así aparezca en la prensa local o en los comentarios allí publicados y aunque MRM mismo no ofrezca el reconocimiento debido. Tampoco es Ollantay Itzamná quien lo plantea por primera vez o tampoco ofrezca el reconocimiento debido. Pero como lo hemos indicado ad nauseum en varios blogs, aunque dicho tipo de «revolución» acechó al movimiento ciudadano durante cuatro meses, desde el comienzo, la misma no se consolidó como tal. El eventual colapso del gobierno de OPM no implicó cambio de régimen; el gobierno de EE.UU. le dio apoyo hasta donde pudo e incluso con visita especial de su Subsecretario de Estado para asuntos Latinoamericanos, Thomas Shannon. Si al final de cuentas lo dejaron caer fue, precisamente, para restaurar un poco de control a la protesta ciudadana porque de no hacerlo entonces el peligro de radicalización podría haberse acentuado.

Me temo, pues, que esta pieza Ollantay Itzimná está adoptando un libreto interpretativo que no parte de una análisis que haya acompañado, como práctica teórica, al Evento que Guatemala presenció de fines de abril hasta fines de agosto.

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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Foto: Wikipedia

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