México al rescate de Guatemala
Marco Fonseca
Hay gente que dice que no hay que cuestionar la ayuda extranjera. Que hacer tal cosa solo demuestra orgullo o – como lo pone mi amigo Rafael Gutierrez – representa un acto de «arrogancia autodestructiva o de total desprecio por la vida humana». Yo no estoy de acuerdo. Yo creo que cuestionar la ayuda de un Estado que tiene sangre en sus manos representa un acto de coraje, de ética comprometida y de justicia social. No hay que olvidar nunca que un Estado controlado y cautivado por élites rapaces, como el Estado mexicano y también el guatemalteco, son incapaces de extender una mano de ayuda si ello no representa réditos políticos estratégicos. No hay que olvidar que hay alternativas si hay voluntad política.
Los rescatistas que México ha enviado a Guatemala son 70 y son gente de la Policía Federal, Protección Civil, Secretaría de la Defensa Nacional de México, Secretaria de Relaciones Exteriores y 16 perros especializados en búsqueda y rescate. Son, pues, las fuerzas de «seguridad» o de «rescate» de la hermana nación. Aunque no todas estas fuerzas están implicadas con olas de represión a campesinos, movimientos indigenas, periodistas, mujeres y estudiantes en el país hermano, sí hay algunos vínculos que hay que recordar. La Revista Proceso, por ejemplo, ha implicado a la Policía Federal y al ejército de México en el secuestro y desaparición de los/as 43 estudiantes de Ayotzinapa (ver http://www.proceso.com.mx/?p=390560). De hecho, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) «echó abajo la “versión histórica” sobre la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en su sexto informe de actividades» de principios de septiembre de 2015 (ver http://www.proceso.com.mx/?p=414690).
Claro, sí debemos decir gracias, gracias, gracias. Las «víctimas» de El Cambray II necesitan toda la ayuda que sea posible enviarles. ¿Pero acaso las personas desaparecidas de Ayotzinapa no están ellas mismas en solidaridad con la gente pobre, muerta, soterrada y desamparada de El Cambray II? ¿Debemos aceptar ayuda de un Estado que tiene la sangre de víctimas quizás en fosas comunes y colectivas, enterradas y esperando que todo mundo las olvide? Sí debemos decir gracias pero no a condición de quedarnos callados o ignorar las «víctimas de México» mismo. ¿Pues no ha sido ésta la misma gente que ha fallado en encontrar – o no han dicho la verdad – sobre las 43 personas «desaparecidas» de Ayotzinapa? ¿No es alguna de ésta gente la que ha estado implicada en la gran desgracia a que aquí aludimos? ¿No es el Estado mexicano el que está metido hasta el colmillo en este gran crimen contra la humanidad? Es cierto que «a caballo regalado no se le mira el diente», pero éste no es cualquier caballo ni cualquier diente.
Quizás debemos decir gracias de todos modos incluyendo a los perros. Pero creo sinceramente que las «víctimas» de Ayotzinapa o de El Cambray II no nos perdonarían que lo hiciéramos quedándonos en silencio mendigo.
Vamos patria hacia la #RefundaciónYa
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.
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