A nadie le gusta la crítica pero es lo más necesario
Marco Fonseca
En su carta a Arnold Ruge de 1843 Marx escribió algo que todavía sigue teniendo validez a nivel internacional y a nivel nacional, en Guatemala: «Pero si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que, al presente, debemos llevar a cabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder» (Fuente: https://goo.gl/aoHCxs).
La cosa es que a nosotros/as sí nos toca construir el futuro pero, y hay que ser claros en esto, no va a haber manera de hacer madurar un proyecto refundacional y desde abajo si tenemos miedo de criticar a la gente que siempre ha tenido la guayaba en sus puños: la gente que controla los centros de pensamiento e investigación, la gente que controla las ONGs y sus propias organizaciones civiles, la gente que siempre ha estado a la cabeza de organizaciones tradiciones de izquierda o del sector popular y la gente que hoy ocupa posiciones de influencia en la esfera pública, por una u otra razón, pero que le hacen el jueguito al discurso de las organizaciones internacionales o fundaciones globales desde la Soros, pasando por la Ford o la Ebert, hasta Hivos u Oxfam.
No vamos a poder construir un proyecto refundacional, desde abajo, si pasamos sicofantemente como «lúcidos» comentarios periodísticos o pseudo-académicos que reproducen el discurso de lo que William I. Robisnon y Leslie Sklair correctamente identifican como el discurso de la «clase capitalista transnacional» y sus «intelectuales orgánicos».
Poco me gustaría más, debo confesarlo, que escuchar a un maestro como Edelberto Torres-Rivas avanzando argumentos sobre el poder y la desigualdad en Guatemala dentro del marco teórico que la hacía en los 70s y principios de los 80s. Y poco me desagrada más ver a gente como él, en el zenith de su vida, dando un giro intelectual y teórico tan radical ya sea hacia el extremo centrismo tipo PNUD o al neoliberalismo tipo Aznar. Aunque esto no es poco común hay que resistirlo. Y una forma de hacerlo es manteniendo viva la llama de la crítica despiadada a todo lo existente incluyendo a las opiniones que se revisten de comentarios «lúcidos» pero que en realidad buscar construir la «seguridad» de un modelo de Estado que, como ha sido comprobado repetidamente en teoría y en la práctica, no tiene a la democracia participativa y protagónica como su raison d’être.
Vamos patria hacia la #RefundaciónYa
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.
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