Violencia política, linchamientos y elecciones
Marco Fonseca
Las tendencias violentas de Guatemala están allí, a flor de piel, listas para servir como válvula de escape cada vez que hay una crisis de mayor o menor envergadura. En este caso «El alcalde del municipio de Concepción, departamento guatemalteco de Sololá (suroeste de Guatemala), Basilio Juracán Leja, fue asesinado este domingo por un grupo manifestantes por supuestamente ordenar un ataque a tiros contra un excandidato a la alcaldía, en el que fallecieron dos mujeres».
Esto no es solo «violencia electoral» ni tampoco una simple secuela de la cultura de violencia heredada del conflicto armado interno y del genocidio. Estamos hablando de mundos de la vida diaria que han sido forjados en el horno de una violencia social cuya historia precede al conflicto armado y al genocidio pero que, efectivamente, adquirieron nuevas formas con los mismos y con la situación crítica que nos ha traído el neoliberalismo globalizador desde la transición.
En parte la población del municipio de Concepción, en Sololá, ha pasado por el sistema educativo (o deseducativo) de Guatemala. Pero evidentemente que no ha aprendido nada del pasado o presente de Guatemala o de cómo dirimir conflictos sociales o políticos. En parte, también, es una población cautivada por estructuras partidarias y liderazgos políticos locales y nacionales que dicen ser parte de un juego político-electoral al que en realidad no entienden y al que – y siempre que pierden – le quieren agregar formas antediluvianas de resolucion de conflictos (linchamientos). Y, en parte, se trata de una población que pone sus ojos en una clase política que se ha forjado para movilizar sus «bases» de modo clientelista, no en base a los debates públicos, el uso de la razón o la rendición de cuentas efectiva, sino en base a los gritos, el dedito de la mano que apunta a todos lados en clara postura siempre amenazante, en base a discursos que suenan como discursos de «guerra» y no de proposición, en base a estereotipos ideológicos y no programas políticos serios y sólidos. No podemos «culpar» a Sandra Torres, por ejemplo, de lo que partidarios de la UNE hicieron en Concepción, Sololá, pero tampoco podemos eximirla por completo.
La miseria política de Guatemala es evidente a todas luces y en todos lados desde las bases hasta los liderazgo políticos. De allí, en parte, lo significativo del Evento de #RenunciaYa de abril a agosto en todo el país: no hubo actos de violencia física contra nadie.
Vamos patria hacia la #RefundaciónYa
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.
Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International licence.
Los blogs de #RefundaciónYa se distribuyen bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.