El regalo de #RenunciaYa a Jimmy Morales

El regalo de #RenunciaYa a Jimmy Morales

Marco Fonseca

Uno de los efectos no intencionados del movimiento de protesta ciudadana #RenunciaYa fue abrir el espacio político para la expresión de una corriente cultural y política subterránea, profundamente reaccionaria, que hizo erupción en el fenómeno de Jimmy Morales y lo proyectó a la altura de las elites políticas tradicionales. Hay muchas otras causas detrás del auge de la comedia trágica que es JM incluyendo la crisis hegemónica del modelo de dominación, la crisis de legitimidad del Estado y del sistema político y la crisis de autoridad del gobierno de turno que representó la precipitada caída del régimen de Otto Perez Molina y el PP y su solución transitoria con la instalación de Alejandro Maldonado Aguirre como presidente interino hasta enero del 2016. Pero como Gramsci lo afirmó una vez: «En cierto punto de su vida histórica los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales, o sea que los partidos tradicionales en aquella determinada forma organizativa, con aquellos determinados hombres que los constituyen, los representan y los dirigen no son ya reconocidos como su expresión por su clase o fracción de clase». Esto fue, hasta cierto punto, precisamente lo que ocurrió con el sistema político en Guatemala, lo que dio lugar al surgimiento de JM pero, también, lo que permitió la recomposición de la legitimidad del Estado y, más profundamente, de la hegemonía en el sistema de dominación.

El trabajo de las encuestas, verdaderas formadoras de opinión, ha sido importante en todo el proceso de surgimiento y consolidación del proyecto restaurador de JM. Hay que recordar siempre que LAS ENCUESTAS NO SOMOS NOSOTROS. Son, mas bien, el reflejo del grado de influencia que la influencia elitista ejerce sobre la ciudadanía por medio de sus campañas mediáticas. En el caso de JM el trabajo de construir su mayoría ocurrió en tan solo cuatro meses. Pues al principio de la campaña electoral todo mundo daba por sentado que las fuerzas dominantes de Baldizón reclamarían la victoria para su «Líder» sin sospechar que un Evento de protesta ciudadana contra la corrupción y el continuismo se constituiría en la negación de esa aparente certeza. En tan solo cuatro meses las fuerzas que coagularon en torno a la persona de un payaso, la menos indicada o preparada para asumir la bandera del sistema, se posicionaron discursivamente como las abanderadas de la lucha contra el sistema político corrupto y contra la política tradicional. El hecho de que el movimiento de protesta ciudadana se quedó fincado con el discurso anti-corrupción y de que otras consignas («en estas condiciones no queremos elecciones», etc.) no lograron echar raíces, nos ayuda a explicar en parte cómo alguien como JM pudo capitalizar el discurso anti-corrupción y efectivamente – y con ayuda de los medios masivos y virtuales de comunicación corporativos – secuestrar el lenguaje «del de afuera».

Hay que enfatizar que lo que representa JM no es la «anti-política» en sí misma sino que, más bien, la forma de política mas reaccionaria disfrazada de anti-política. Eso es lo que ya había hecho el ejército por mucho años cuando defendía y justificaba los golpes de Estado en nombre del «interés nacional» y supuestamente por encima de todo interés partidario o ideológico. Se trata de la política en nombre de la anti-política o de la ideología que, supuestamente, le pone fin a todas las ideologías. Y esto es un discurso que, tristemente, tiene agarre no solo entre las élites capitalistas que creen y quieren hacernos creer que sus acciones obedecen a la razón con arreglo a los mejores fines y no a creencias o prejuicios sin fundamento alguno. También es un discurso que tiene agarren entre los grupos subalternos que, justificadamente cansados de la corrupción desmedida, hoy se vuelcan ciegamente en favor de la opción que más exitosamente se ha convertido en la opción de limpieza y hasta de renovación moral y política. Esto fue lo que una vez quiso hacer el mismo Ríos Montt y, hasta cierto punto, Portillo y el FRG. La anti-política no es, pues, más que una construcción ideológica que esconde la reproducción hegemónica de lo reaccionario y, en nuestro contexto de hoy, de lo neoliberal.

En la medida en que el movimiento de protesta ciudadana se quedó fincado, si es que no hegemonizado, con el discurso anti-corrupción; en la medida que no pasó de lo liminal y lo catártico hacia lo mas organizado y disciplinado, hacia un «partido» con capacidad de denunciar mucho más que la corrupción (que es, en sí misma, un producto del sistema y no una desviación o anomalía), con capacidad de llevar la protesta ciudadana en la dirección de un proceso refundador, el movimiento de protesta le dio un regalo enorme a Jimmy Morales y sus fuerzas políticas. Hoy el payaso se vuelve presidente.

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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Foto: The Guardian

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