Un paso adelante, diez pasos atrás o el asesinato de un sueño

Un paso adelante, diez pasos atrás o el asesinato de un sueño
Marco Fonseca

«Ahora bien, no todo mundo dentro de ‪#‎RenunciaYa‬ tiene presente la historia política de Guatemala del mismo modo o se relaciona con el futuro con la misma actitud. Hay por lo menos tres corrientes de entendimiento en torno a #RenunciaYa que se distinguen, fundamentalmente, por su posición ante la necesidad histórica, política y moral de una Refundación y, en alguna medida, estas corrientes tienen representación dentro del movimiento ciudadano o del movimiento reformista que ha surgido, por el impulso de los eventos, en otras instancias de la sociedad política guatemalteca. En primer lugar está la corriente conservadora que ve en el movimiento un clamor ciudadano para limpiar al Estado pero que teme que “destruyamos lo avanzado”, que no se aprecie lo que ya se ha logrado institucionalmente (¡el TSE y la LEPP!) y que tiene pánico a su conversión – su “cooptación” – en un movimiento mas liberal o, incluso, ridiculizado.» Esa es la corriente ciudadana que, con mínima educación y visión política, ha ayudado a poner hoy al payaso de Jimmy Morales en el poder.

«En segundo lugar está la corriente liberal que también ve en el movimiento un clamor contra la corrupción pero que cree que la mejor manera de darle satisfacción al mismo es por “vía democrática” e, incluso, por la vía legislativa tal y como está conformada en el presente Congreso dominado por partidos corruptos, por medio de reformas a la LEPP y, posiblemente, a otras leyes (como la Ley de Servicio Civil, Ley de Contrataciones del Estado, Ley de la Carrera Judicial y Ley de Comisiones de Postulación) pero de ninguna manera “rompiendo el orden constitucional” lo que, supuestamente, pondría en peligro todo lo logrado desde la transición hasta hoy. De acuerdo a esta postura no se trata de construir todo un sistema político y de Estado desde abajo, de refundar al mismo, de modo radical y en tan poco tiempo – de acuerdo al calendario electoral ya establecido – sino que, mas bien, hay que “perfeccionar” la “calidad” del régimen ciudadano y del sistema político más o menos poliárquico que supuestamente ya funciona en el país. Esta es la gente que, usando el lenguaje del comentarista y escritor británico-paquistaní Tariq Ali, puede llamarse la gente del extremo centrismo». Esa es la corriente – que también incluye a socialdemócratas con ilusiones de izquierda – que hoy constituye una minoría legislativamente marginal en el Congreso y la gente que – como lo ejemplifica el ensayo de Álvaro Velásquez y María Paíz en Plaza Pública – cree en que se puede hacer una «revolución democrática» sin cambiar el modelo de dominación que hoy está en crisis hegemónica.

«Finalmente, la corriente que podemos llamar jacobina o que plantea la necesidad de llevar el proceso a sus conclusiones lógicas y políticas necesarias, es decir, hacia una Refundación que no simplemente le dé continuidad a los Acuerdos de Paz sino que, de hecho, tome en cuenta ideas y programas claves que ha sido generados en el contexto de otros procesos de Refundación en Latinoamérica. Esta es la corriente minoritaria en el actual movimiento ciudadano de protesta, pero la que más asusta al 1%, al CACIF, a La Embajada (de Estados Unidos), a comentaristas liberales y, obviamente, a la Fundación Contra el Terrorismo. Para estas fuerzas políticas es, pues, urgente convertir al movimiento ciudadano de protesta en una “revolución de color”» (Fuente de las citas: http://wp.me/p6sBvp-6). Y ni siquiera hubo necesidad, al final, de convertir a #RenunciaYa en una «revolución de color» precisamente porque la misma entró en parálisis ideológica y política cuando se auto-limitó a la demanda de limpieza, renuncia y reformas contra la corrupción. Sí, los/as que argumentamos a favor de la necesidad de profundizar la lucha y de darle una orientación mas crítica y jacobina nos quedamos solos/as y aislados/s. Pero eso no hace de nuestras propuestas algo – como le gusta tanto decir a uerregenistas – «voluntarista». Esa es solamente la descalificación que nos hace la llamada social-democracia.

Pero ¿quién realmente tiene miedo a soñar?

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es profesor adjunto en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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Foto: Prensa Libre

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