Prensa Libre: Un periodismo hegemonizado y digno de las élites
Marco Fonseca
«Guatemala es un país donde no hay freno para los intereses de los empresarios de medios, trasnacionales y locales, a quienes los políticos en los organismos de Estado sirven a cambio de sobornos u obedeciendo órdenes directas.»
No es coincidencia que Prensa Libre esté botando a la gente más independiente entre sus columnistas y que retenga a gente que, como el dinosaurio de Alfred Kaltschmitt, le hacen eco a las élites y a las ideas dominantes, neoliberales y conservadoras. Quizás en efecto hayan problemas presupuestarios, baja en la circulación, caída drástica en los ingresos por anuncios e, incluso, una reducción metafísica del espacio físico de sus oficinas. Como todos los diarios impresos del mundo, Prensa Libre no está exenta del impacto que sobre la industria del periodismo – pues eso es lo que en gran parte es – está teniendo no solo la globalización sino que también el periodismo digital y el periodismo comunitario e independiente (CMI, Prensa Comunitaria Km. 169, Plaza Pública o Nómada). Tampoco es Prensa Libre ajena a las tendencias a la concentración mediática en Guatemala que
«se produce en varios niveles: en primer lugar, porque el porcentaje del mercado que dominan las cuatro mayores empresas es notable; en segundo lugar, porque dentro de cada mercado la mayoría de los medios pertenecen a uno o dos grupos económicos; y, finalmente, porque los principales grupos tienen posiciones dominantes en más de un mercado» (http://goo.gl/6qUU5Z).
Pero nada de esto explica o justifica la selección discriminada y cuidadosa de la gente que está siendo despedida de este supuesto diario «digno e independiente».
Se trata de una arremetida pro-moralista (Jimmy Morales) de Prensa Libre que hoy, por ejemplo, va contra uno de sus mejores columnistas, KAJKOJ MÁXIMO BA TIUL, y su perspectiva crítica a partir de los pueblos indígenas, otra persona más que «por falta de espacios» están siendo desechados/as como papel de basura. No hace mucho que «dejaron ir» a Haroldo Shetemul y Carolina Vásquez. Y hace unos días despidieron a Francisca Gómez Grijalva, «mujer, periodista y maya kaqchiquel» cuyas críticas a Cementos Progreso le resultaron en una demanda por parte de la cementera y, sin duda, el rencor de los capitalistas nacionales (ver https://cmiguate.org/?p=5796). Esto fue seguido muy rápidamente del despido de Magalí Rey Rosa y su perspectiva de activista ambientalista que, sin duda alguna, choca con las políticas extractivas miopes y destructoras de las transnacionales de la palma africana, la soya, las mineras, las hidroeléctricas y otras tantas corporaciones que estás sangrando a Guatemala. A la lista de arriba hay que agregar ahora a Franco Abe Pérez y también Martínez Mont. Como lo han dicho varios/as activistas, los despidos de Prensa Libre, además de sus connotaciones ideológicas, de clase y género, también tienen un tiñe claramente racista.
Parece, pues, ser claro lo que está pasando: el diario más ideológicamente conservador de Guatemala está depurando sus filas de acuerdo a criterios y prejuicios que van a ser de agrado a los servicios de (des)inteligencia, estrategia y neoliberalismo del gobierno entrante de JM. No quieren voces incluso mínimamente críticas, mujeres un tanto aguerridas, gente más o menos consciente, letras que calan adentro o voces alternativas dentro de sus oficinas. Dicen, simplemente, que ya «no hay espacio». No dudo que lo mismo viene en otros medios escritos.
Ya se cierne sobre la esfera pública en Guatemala otra nueva noche de cuchillos largos y su mejor sirviente es el servilismo de la prensa hegemonizada.
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.
Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International licence.
Los blogs de #RefundaciónYa se distribuyen bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
