Sobre «La primera Navidad»

Sobre «La primera Navidad»
Marco Fonseca

Dos de los teólogos críticos contemporáneos más importantes del llamado Nuevo Testamento, Marcus J. Borg y John Dominic Crossan, nos ofrecen en su libro «La primera Navidad» una reflexión sobre el significado de la primera Navidad y su continua relevancia en el mundo de hoy, un mundo al precipicio de lo que Zizek llama «el fin de los tiempos». Como lo pone Carlos Ayala Ramírez en su sinopsis del libro, «Para los autores del estudio, estos relatos [de Mateo y Lucas] forman parte del testimonio sobre la trascendencia que Jesús había llegado a tener entre sus seguidores. Dicha trascendencia tenía en su núcleo una visión contracultural, adquirida del modo de ser de Jesús y de su actividad pública. Los relatos del nacimiento subvierten la conciencia predominante del mundo del siglo I y también la del nuestro» (ver sinopsis aquí http://tinyurl.com/zq5yn8k).

El mundo en que nacíó Jesús no fue un mundo de paz y, menos aún, de justicia o solidaridad. Aunque ya desfasado en muchos sentidos, lo que escribe Karl Kautsky sobre el nacimiento del Jesús histórico sigue teniendo relevancia para comprender el contexto de la primera Navidad:

«Ahora hubo paz por unos cuantos años, pero sólo por unos pocos. En el año 6 d. C, Judea fue colocada directamente bajo el gobierno romano. La primera medida que tomaron los romanos fue la de levantar un censo, con el fin de señalar los impuestos. Esto dio por resultado una nueva intentona de insurrección de Judas, el galileo, probablemente el mismo Judas que había sido tan prominente en la insurrección de diez años antes. Unió sus fuerzas al fariseo Sadoc, a quien se le había encomendado sublevar al pueblo de Jerusalén. Esta tentativa no tuvo importantes resultados, pero produjo una brecha entre las clases inferiores de la población y los galileos rebeldes, por una parte, y los fariseos por la otra. En la insurrección del 4 a. C, todos habían actuado juntos. Ahora los fariseos se sentían satisfechos y rehusa- ron trabajar con los otros. El partido de los celotes se formó, por consiguiente, en oposición a ellos. Desde entonces el fuego de la insurrección nunca se extinguió completamente en Judea y Galilea hasta la destrucción de Jerusalén [en el año 70 EC]» (Orígenes y fundamentos del cristianismo, p. 217, http://goo.gl/n1xwuE).

El contexto de nuestras reflexiones sobre la primera Navidad está dado no por una isla cultural, religiosa o teológica que nos impide ver la realidad del mundo y planeta en que vivimos y actuar sobre la misma. Al contrario, como lo pone Zizek en su libro «Viviendo en el final de los tiempos»:

«El sistema capitalista global está aproximándose a un apocalíptico punto cero. Sus «cuatro jinetes» están formados por la crísis ecológica, las consecuencias de la revolución biogenética, los desequilibrios dentro del propio sistema (los problemas de la propiedad intelectual; las luchas que se avecinan sobre las materias primas, los alimentos y el agua) y el explosivo crecimiento de las divisiones y exclusiones sociales» (p. 8).

Es en el mundo apocalíptico del fin de las temporalidades y sistemas que hemos construido para enjaularnos y esclavizar a las mayorías sociales pobres que recordamos la primera Navidad. Para mí, pues, es un recordatorio, un llamado de conciencia, una interpelación profunda para los/as que ponemos atención a estos signos, del privilegio que gozamos naciendo en nuestro planeta en la estricta igualdad de la desnudez total, luchando para mejorar el mundo en todo lo grotesto de las desigualdades que hemos creado e impuesto unos/as sobre otros/as y los sistemas que hemos construido para ocultarlas, perpetuarlas y hasta justificarlas y, si es necesario, en la opción preferencial, metodológica y filosófica – pues ello es parte de la dialéctica de la vida – por la gente más pobre y más humilde hasta el punto de sacrificar la vida por el otro/a si es que ello es necesario.

El mundo en que vivimos no es un mundo feliz, justo o solidario. Es un mundo de cautiverio, de esclavitud y de cadenas mentales y materiales. Después de haber pasado sus primeras cinco navidades en prisión, a donde fue confinado por su lucha contra el régimen fascista de Mussolini, Gramsci escribió una carta dirigida a su madre en 1931 en la que dice:

«Querida mamá: Esta es la quinta fiesta de navidad que paso privado de la libertad y la cuarta que paso en la cárcel. Verdaderamente, las condiciones de confinado en que pasé las navidades del 26 en Ustica, eran una especie de paraíso en comparación con la condición de preso. Pero no creas que me ha abandonado la serenidad. He envejecido cuatro años, ya no me río de buenas ganas como antes, pero creo que me he vuelto más sabio y he enriquecido mi experiencia de los hombres y las cosas. Por lo demás, no he perdido el gusto a la vida; todo me interesa todavía y estoy seguro de que, aunque no podría masticar habas tostadas, me gustaría mucho ver y sentir a los demás haciéndolo. Así que no me he vuelto tan viejo, ¿verdad? Uno se pone viejo cuando comienza a temer a la muerte y cuando siente molestia viendo a los demás haciendo cosas que ya no puede hacer» (ver http://goo.gl/G8cCac).

¡Que pasen una época felíz, segura y solidaria!

Vamos patria hacia la ‪#‎RefundaciónYa‬

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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