Gustavo Porras y la reproducción ideológica de la impunidad
Marco Fonseca

Gustavo Porras, una vez más, saca las uñas de la impunidad en su comentario sobre el arresto de 18 militares por violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado interno. En entrevista con Siglo 21, una vez más negando el genocidio y haciendo acusaciones en el mismo espíritu a las de AMA en Guastatoya, él afirma:

«Se percibe la disolución del Estado, lo que va a crear mucha conflictividad interna. Lo que pasó la vez pasada, unos ven a Efraín Ríos Montt como el villano, otros como un héroe. La mayoría de la gente considera a oficiales como Benedicto Lucas, su salvador, y no su verdugo. Esto es seguir echándole sal a las heridas del conflicto armado. Es un perjuicio absoluto para Guatemala. Digan lo que digan los gritones de las ONG, que para eso les pagan, esto es un perjuicio enorme, porque es falso que haya habido genocidio. Una gran matanza como la que hubo en el enfrentamiento armado, no es necesariamente un genocidio.»

Para él la lucha por la justicia es similar a la anarquía donde «percibe la disolución del Estado». Para él Ríos Montt sigue siendo «un héroe» al igual que Benedicto Lucas García. Que se lo atribuya a «unos» o a «la mayoría de la gente» (me pregunto qué estadísticas usa, qué estudios de campo utiliza, qué tipo de cuestionarios le ha hecho a las víctimas y si incluso las conoce) no cambia el hecho de que está hablando de sí mismo. Para él la lucha por la justicia y las acciones tímidas del sistema legal en Guatemala representan «echarle sal a las heridas del conflicto armado interno» tal y como lo argumentan los representantes de la impunidad en Guatemala como Ricardo Méndez Ruíz. Para él el hecho de que alguna gente en Guatemala y algunas instituciones del Estado corrupto traten de superar la impunidad y abandonar su era primitiva significa «un perjuicio absoluto para Guatemala». Para él activistas de derechos humanos y organizaciones como GAM o la Fundación Mirna Mack son «gritones» en la lista de pago de – quien – nada menos que del Departamento de Estado o del Bando Mundial. Para él, como si Guatemala no estuviera ya dividida hasta la raíz y como resultado de sus élites rapaces, los juicios por genocidio no hacen mas que profundizar la «conflictividad» social. No, para Gustavo Porras no hubo genocidio y lo repite con las mismitas palabras usadas por Ríos Montt en su propia defensa. Finalmente, para él la elección de Jimmy Morales representa un rechazo a esas imposiciones de La Embajada y de la CICIG y la esperanza de dejar a «los gritones» sin nadie quien les escriba o les escuche. Pero, a decir verdad, él no podría estar más equivocado.

Que conste que gente como Gustavo Porras han jugado un papel profundamente anti-popular y nunca explícitamente en favor de un Estado al servicio de las mayorías sociales. Su papel como coordinador gubernamental de la COPAZ durante el gobierno de Arzú fue desgraciado y desastroso y, más que todo, legitimador del negacionismo, la dilatación y la vacilación. En lugar de velar por el avance de la agenda de la paz lo que hizo, en nombre del Cacif, las élites detrás de Arzú y las fuerzas armadas, fue obstaculizar el proceso con todo lo que pudo tanto nacional como internacionalmente. Su legado es que los aspectos más progresistas y menos neoliberales de los Acuerdos de Paz fueran puestos en el congelador de la impunidad y del neoliberalismo.

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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