La moral del discurso inaugural de Jimmy Morales: restauración con neoliberalismo

La moral del discurso inaugural de Jimmy Morales: restauración con neoliberalismo
Marco Fonseca

El discurso inaugural de Jimmy Morales me recordó muchísimo los discursitos moralizantes que daba Ríos Montt todos los domingos cuando decía «no robo, no miento, no abuso». Los discursos de Ríos Montt estaban repletos de pajas moralizantes, latitudes sentimentales y buenos deseos vagos y abstractos al mismo tiempo que estaba crucificando al pueblo pobre, arrasando las tierras indígenas y poniendo al pueblo Maya por el molino mortal del genocidio. En el caso de JM, aunque invocó la memoria de Arévalo, estaba realmente hablando con palabras de Ríos Montt cuando dijo que no iba a  «tolerar la corrupción ni el robo. Eso sí lo podemos cumplir. Hay de aquel que con ciega locura pretenda robar el dinero del pueblo». Y dirigiéndose directamente a la ciudadanía en protesta ya convocada para el #E16, JM dijo «Mantengamos la unidad para luchar contra la corrupción». Pero, ojo, como lo dijo su vicepresidente antes de la inauguración, ¡solo si todo está bien «planificado»!

JM afirmó que acepta la crítica. Pero si juzgamos sus palabras a la luz de sus acciones y nos percatamos del gabinete que ya dio a conocer, nos damos cuenta que lo que está saliendo de los corredores del poder y los pasillos oscuros del Palacio Nacional son los ruidos de tanta lima que están usando para afilar cuchillos y machetes en lo que se avisora como una noche larga controlada por el FCN, la AVEMILGUA y la Fundación Contra el Terrorismo. Si juzgamos la moral por la ética, como debe ser, nos damos cuenta que la opción de Jimmy Morales ya fue por el sector privado, por la gente rica, por el 1%. Nada en su discurso y en sus acciones durante el día de su inauguración presidencial indican que las mayorías sociales van a jugar un papel importante en su gobierno. JM ha dejado el destino de la nación firmemente en manos del Cacif y la cuota de poder que les ha dado en su gabinete lo demuestra.

El recién juramentado presidente de Guatemala nos dijo en su discurso que ya es hora de parar la ayuda social a cambio de votos. En la superficie esto suena bien porque significa un fin al clientelismo y patrimonialismo de las administraciones anteriores. Pero, en verdad, se trata de una jugada motivada por la falta de un partido mayoritario en el congreso y un movimiento social de base propio  que le sirva de apoyo y cuyos votos pueda comprar con programas sociales, distribución de semillas o bonos seguros. ¡Como quisiera darle el beneficio de la duda a JM! Pero todas las indicaciones que veo sugieren que es mejor practicar la duda juiciosa.

La cuestión de la bancarrota financiera y el endeudamiento del Estado es una cuestión de enorme importancia. Y JM nos dijo, dándole aire inicial de justicia fiscal, que «Es necesario que todos contribuyamos pagando nuestros impuestos». Pero ni siquiera había terminado de expresar esas palabras cuando la persona oyente y cuidadosa se dio cuenta de que el discurso de JM se quedó abruptamente corto en cuestiones fiscales. No mencionó para nada al Cacif, la falta de impuestos directos, la evasión fiscal, los subsidios al capital y las exenciones fiscales para inversionistas nacionales y extranjeros y la fuga de capital. No habló de «la otra línea», las investigaciones de la CICIG, las decenas de empresarios implicados en corrupción y ya enfrentando cargos en las cortes, el financiamiento del sector privado para que les den concesiones fiscales y exenciones de todo tipo. En lugar de políticas directas y sistemáticas para erradicar la pobreza y la pobreza extrema lo que propuso fue estimular el mercado y las pequeñas empresas, impulsar la competitividad apoyando a las grandes empresas y su inserción a la globalización. ¡Teoría del derrame! Y apuesta, como todo presidente lo ha hecho hasta el presente, al turismo como generador de divisas para la nación. Es hora, dijo JM, de que nacionales y extranjeros visiten los lugares turísticos de Guatemala y que todo mundo conozca «la nueva Guatemala». En otras palabras, al mismo tiempo que JM ofreció apoyo para el modelo de neoliberalismo más abierto y «honesto» desde la transición también apeló repetidamente a la idea de que la responsabilidad de sacar al país adelante es de todos y del turismo. Y ofreció, para ello, el impulso de mega-proyectos portuarios para lograrlo.

No fue un discurso de números concretos o datos fiscalizables fácilmente. De hecho JM ofreció solamente dos o tres cifras concretas incluyendo una que no pudo más que dejar con la boca abierta a cualquier persona que tenga aunque sea el más mínimo nivel de conciencia crítica: ¡reducir en 10% la desnutrición infantil crónica en los próximos 10 años! Esa es la meta de desarrollo mas patética que he escuchado de cualquier líder político en Latinoamérica en los últimos treinta años y no refleja para nada ninguno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible que Guatemala ha suscrito oficialmente como propios. ¡Increíble! En comparación, el presidente boliviano Evo Morales se ha comprometido a erradicar toda la pobreza extrema en su país también en los próximos diez años.

Aunque mencionó la importancia de la gente migrante en EE.UU., el discurso de JM dejó por un lado totalmente el hecho que el derecho al voto del millón y medio de chapines en el exterior no es cuestión de caridad política. Si no fuera por las remesas que envían a Guatemala, el país estaría hoy, sin duda alguna, en total y absoluta bancarrota pues las mismas exceden significativamente toda la ayuda exterior que recibir Guatemala año a año. Lo que más resaltó JM en su discurso, sin embargo, fue la cuestión de la «seguridad» – para EE.UU. – que según él va a ser mejorada con la implementación del Plan Alianza para la Prosperidad. Con Biden en la audiencia, JM tenía que juramentar lealtad.

Fue, en suma, un discurso en el que, atreviéndose a citar un poema famoso de Augusto Monterroso, retorció la historia guatemalteca para decir que no iba a tolerar «el dinosaurio de los pleitos manufacturados» que «pretenden dividir a los guatemaltecos». En otras palabras, JM dio señal clara de su rechazo a la búsqueda de justicia y castigo para el genocidio repitiendo la misma retórica de la Fundación Contra el Terrorismo. La verdad, sin embargo, es que hay mucho más contenido y crítica en el cuento «El dinosaurio» de Augusto Monterroso que en todo el discursito incoherente, moralizante y ya desgastado de Jimmy Morales.

Y eso que dijo Jimmy Morales de «trabajo, trabajo, trabajo», ¿A quién está dirigido? ¿A la gente vaga y leninista de Guatemala?

Las líneas fundamentales del discurso de Morales nos indican, claramente, cuales son sus verdaderas intenciones: trabajar con el Cacif, EE.UU. y las compañias transnacionales. El resto se quedó en puros sinsentidos como «las cosas pueden ser como deben ser».

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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Fuente: captura de pantalla de Canal Antigua

 

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