¡No a la «vigilancia»! ¡Sí a la ‪#‎RefundaciónYa‬!

¡No a la «vigilancia»! ¡Sí a la ‪#‎RefundaciónYa‬!

Advertir que vamos a «vigilar» al gobierno de JM es como advertirle a ladrones que vamos a vigilar cuando cometan el robo de la casa y asegurarnos de que lo hagan de modo honesto y transparente.

«Vigilar» al gobierno de JM, o cualquier otro gobierno en el contexto del sistema de dominación existente, es aceptar las reglas implícitas y explícitas de un juego liberal-capitalista y «democrático» perfectamente capturado por gente que en principio rechaza la verdadera democracia protagónica y participativa de las mayorías sociales. Y es precisamente para ocultar el papel de piratas capitalistas y vampiros de la sangre del pueblo que tienen las élites nacionales, incluyendo las élites de la sociedad política, que la poliarquía liberal – el sueño húmedo de la gente del extremo centrismo –  pone el juego democrático no directamente en manos de las élites económicas sino que en manos de su comité ejecutivo en el Estado y en sus instituciones (CC, CSJ, TSE, Congreso, PDH, etc.) y procedimientos (amparos, investigaciones, comisiones de verdad, consultas comunitarias, guatecompras, licitaciones, apelaciones, concesiones, licencias, juicios, etc.) que, si funcionan como debe ser, garantizan su reproducción material e ideológica como si fuera el producto de la libertad, soberanía y auto-determianción del pueblo mismo. Y si hay fallas en el arte de babosear al pueblo, si hay fallas en el misticismo del juego democrático, como ocurrió con el gobierno de OPM y Roxana Baldetti, el sistema está diseñado precisamente para poder superar las crisis de gobierno y de legitimidad e incluso hasta las crisis de hegemonía por medio de un segundo juego que reinstala y re-encausa procesos políticos restauradores – como fue el gobierno de AMA y el proceso electoral en medio de la crisis de La Línea – que, de ese modo, permiten el retorno a la «estabilidad macroeconómica», la «gobernabilidad» democrática y el alivio de las contradicciones estructurales e ideológicas del sistema.

¿Vamos pues a vigilar las reglas visibles e invisibles de la democracia falsa de guatemalteca? Son reglas electorales que filtran el voto popular, lo agregan y lo retuercen y siempre lo traducen en un voto a favor de élites partidistas o de la clase política dominante. Eso de las listas nacionales o distritales – cuyos candidatos en las primeras casillas de sus partidos privados siempre salen electos – es un fraude. Eso del sistema D’Hondt – diseñado para desactivar el poder verdadero de la representación verdaderamente proporcional y para medir el significado del voto – es en verdad un robo de soberanía y la transferencia de la autodeterminación del pueblo en la auto-determianción del poder de las élites ya constituido en poder dominante. Y eso de que diputados o partidos enteros pueden «transfugarse» de una posición a otra, de una bancada a otra, sin consultar con las bases, sin recibir su permiso explícito y sin el riesgo de una revocación es pura Carabina de Ambrosio y jueguito de sillas. Son, pues, reglas electorales que datan de 1985 y que las mayorías sociales nunca tuvieron la oportunidad de debatir y, mucho menos, diseñar y aprobar con claridad. Y son reglas electorales que están diseñadas, de todos modos, para hacer sentir que el electorado es «libre» y que el proceso es «democrático» por la obra y gracia del supuesto poder independiente del TSE. La verdad es que es un fraude electoral institucionalizado de tal modo que aparece como «democracia». ¿Y vamos a vigilar cómo funciona esta democracia fraudulenta?

Por otro lado, están las reglas invisibles del sistema económico mismo. Se trata de reglas estructurales – desde el individualismo posesivo hasta la propiedad privada que privilegian los derechos individuales por sobre el bien común y desde hasta impuestos diferenciados a favor de los ricos, de su capital y sus propiedades, sus ahorros y herencias, sus medios de producción y sus negocios, sus grandes extensiones de tierra y sus grandes inversiones que determinan real y materialmente quién puede o no puede vivir con decencia, quien tiene capacidad de influir y hasta comprar el sistema político, quién tiene capacidad de tomar decisiones que afectan a toda la república y no solo a sus familias o comunidades. Esas son reglas de un modelo capitalista de economía periférica y extractivista, un modelo de acumulación de capital por medio de la extracción ampliada y hoy también neoliberal que, de nuevo, nunca fue construido por o para las mayorías sociales sino que fue históricamente impuesto, desde la colonia, la Reforma Liberal de los 1870s, la Restauración anti-comunista del 54 y el neoliberalismo del 85, por pocos individuos y pocas familias poderosas y por corporaciones nacionales y transnacionales que efectivamente controlan los aspectos y sectores más estratégicos de la economía de Guatemala. Y esas reglas esconden formas de robar el sudor de la gente y el patrimonio nacional que nunca están abiertas al debate público y, mucho menos, a la intervención o el control del pueblo. ¿Y vamos también a vigilar cómo funciona el proceso esencialmente invisible de la acumulación de capital siempre y cuando, en sus aspectos visibles, ocurra «como manda la ley» impuesta por TLCs, inversionistas internacionales y EE.UU.?

Decir que vamos a «vigilar» al gobierno de JM y el comportamiento de las élites económicas nacionales y transnacionales que él mismo ha puesto en el poder político directa o indirectamente, por medio de su gabinete, es como decir que vamos a dejar que el Chómpiras y el Peterete o el Nito y el Neto cometan todos los crímenes que quieran, estúpidos o bien planeados, siempre y cuando lo hagan a la luz del día y de modo honesto, legítimo y transparente. Ésta es la ideología de la «rendición de cuentas» que no pasa de la democracia formal a la democracia real y directa. Como tal la «rendición de cuentas» es parte del crimen perfecto, un crimen a libro abierto y a toda luz, un crimen que ocurre ante el público mismo y frente a sus propias narices y, justamente por ello, perfectamente camuflageado de «gobernabilidad y legitimidad democrática» y con el apoyo de los santos poderes «democráticos» del mundo y el respaldo de sus instituciones políticas y financieras. Pero la verdad es que la «rendición de cuentas» también es trabajo de píos. Hasta el Chapo Guzmán es capaz de informar, justificar y reponsabilizarse de la actividad económico-financiera que ha realizado el Cártel de Sinaloa durante un año de «trabajo». Fue así también como Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti rindieron cuentas, año tras año, sobre el presupuesto y la ejecución de sus programas hasta que los agarró la CICIG con las manos en el botín del Estado. Y si no los hubiera agarrado la CICIG hubieran seguido «rindiendo cuentas» a la ciudadanía y ésta última no huebra salido a las calles un 25 de abril para demandar el fin de la corrupción y el inicio de la transparencia. Es, pues, un sistema que está diseñado para llenar con vino nuevo la maquinaria de odres viejos donde circula la plusvalía de la cosa pública. Y lo peor de todo es que es un sistema de vigilancia en donde participan esclavos, sirvientes, campesinos, trabajadoras con salario diferenciado para asegurase de que el amo, la Señora de la Casa, el terrateniente, el dueño de la maquiladora, la minera o la cementera los super-explote, como es de derecho, pero que también lo hagan de hecho con «respeto», «dignidad» y «derechos» humanos y que les incluyan el derecho de votar cada cuatro años de manera realmente secreta y limpia por la misma banda de ladrones y camarilla de estafadores disfrazados de payasos, ejecutivos primermundistas o como quiera que mejor convenga.

La crítica a un gobierno de ladrones es absolutamente necesaria e irrenunciable. Pero una política de «vigilancia» que ideológicamente acepta las reglas implícitas y explícitas del juego liberal-capitalista y democrático como las únicas reglas posibles es una política capturada y hegemonizada. De lo que se trata, más bien, es de organizarnos para resistir y demostrar que ‪#‎EstamosAquí‬ porque el poder soberano y constituyente está en manos de la ciudadanía. #EstamosAquí para resistir y denunciar el robo del patrimonio nacional, el sudor de las mayorías sociales y la esperanza de la juventud aunque el mismo se haga de modo «honesto y transparente» de acuerdo a las reglas políticas y económicas de un supuesto «Estado de derecho» capturado por élites antidemocráticas y un gobierno de ladrones. #EstamosAquí porque otra Guatemala es posible y, por ello, tenemos el deber histórico de buscar su construcción. #EstamosAquí porque tomamos el partido de la Refundación.

Vamos patria hacia la #RefundaciónYa

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.

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