La hegemonía en el pensamento de Gramsci (II)
Marco Fonseca
La definición de hegemonía que muchas veces se le atribuye a Gramsci es problemática. A veces se la define así: hegemonía es «el modo en que la clase dominante somete a las clases proletarias». Pero, a decir verdad, esa forma de conceptualizar la hegemonía es equivocada pues si la hegemonía simplemente significa «dominación de un grupo» por sobre otros, ¿Por qué pues no llamarla simplemente dominación? ¿Por qué usar el término «hegemonía» para referirse a una simple relación de poder externo, estratégico y desnudo impuesto por medios culturales?
Gramsci no fue un simple popularizador del marxismo. Al contrario, llevó a cabo una revolución dentro del marxismo, un verdadero giro gramsciano dentro de la Teoría Crítica, que dio como resultado su propia teoría y crítica de la hegemonía al estilo en que Marx mismo hizo su crítica a la economía política.
Para Gramsci, entonces, la hegemonía es el modo en que las clases dominadas se someten «libremente» a la dominación. O sea que, a diferencia de ideología que sí puede ser impuesta, la hegemonía no lo puede ser: es un proceso invisible, orgánico y «molecular» que genera sometimiento libre desde la subjetividad misma o desde el «libre albedrío» de los grupos/individuos/as subalternos o, de lo contrario, no funciona. La hegemonía es, pues, la base orgánica del «consenso» en torno a un modelo de dominación y desde los universalismos morales que hacen posible el reconocimiento mutuo de individuos «Taylorizados» en el mundo moderno burgués, el mundo del capitalismo liberal.
El proceso hegemónico, que es similar al proceso invisible de la acumulación y del fetichismo, y que ocurre en el corazón de la sociedad civil, no se rompe simplemente con «ponerse de acuerdo» entre grupos dominados para buscar alternativas pues en dichos acuerdos también puede jugar su papel el proceso hegemónico y convertirse en un proceso restaurador. Hay que ejercer algo así como una conversión, una violencia contra el yo mismo, para empezar a romper lo hegemónico en lo subjetivo y dejar dicha subjetividad y dichos universalismos morales del sometimiento por un lado.
Romper con la hegemonía, practicar lo que Gramsci llama la contra-hegemonía, no resulta ni puede resultar en «otra forma hegemónica» para la sociedad pues ello equivale a decir que la acumulación de capital se reemplaza con una nueva forma de acumulación de capital o «acumulación socialista» como equivocadamente decían los economistas soviéticos. La contra-hegemonía debe resultar más bien en un socialismo de actores comprometidos con procesos refundacionales guiados por lo que él llamó el Príncipe Nuevo.
Así que uno de los problemas con las introducciones manuales y ligeras no solo a Gramsci sino que al marxismo en general es que, en aras de hacerlo fácil, le roban la complejidad y el filo crítico a al filosofía de la praxis.
Vamos patria hacia la #RefundaciónYa
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University.
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