Para entender el trabajo de Gramsci es preciso empezar por el punto de partida que Gramsci mismo nos propone para leerlo. Y ese punto de partida es el de una filosofía de la praxis que se presenta como una crítica y una polémica del modo
de pensar existente y predominante. Pero leer a Gramsci también significa superar interpretaciones comunes y distorsionantes que se han desarrollado sobre su trabajo. Sobre todo estamos hablando de formas distorsionantes de los conceptos más importantes que encontramos en el trabajo de Gramsci, es decir, los conceptos de hegemonía y sociedad civil. Es preciso, pues, recuperar el sentido crítico que Gramsci le dio a estas nociones y usarlas, de manera dialéctica, para comprender aspectos centrales de la crisis de hegemonía que define el momento presente en países como Guatemala. Esto no solo requiere superar el sentido común que prevalece en torno a la crisis del presente, es decir, la noción según la cual la lucha principal es contra la corrupción. Pero también requiere superar la idea de que el trabajo de Gramsci, de alguna manera, nos ofrece ideas para desarrollar la democracia minimalista que ha sido impuesta en Guatemala desde 1985. El pensamiento de Gramsci no es y no puede entenderse de otro modo más que como un pensamiento de crisis y de crítica del presente hegemonizante.