Miseria de la filosofía centrista mexicana y española

Más que un comentario sobre Trump, la pieza del pensador mexicano Enrique Krauze publicada en el diario español El País titulada «El cisma que creó Trump» (https://goo.gl/FcRqDr) es un comentario sobre «redentores» como Iglesias y movimientos «utópicos» como Podemos (ver su libro Redentores. Ideas y poder en América Latina, 2011).

Mucho de lo que Krauze dice sobre Trump es, bueno, obvio, casi banal y en todo caso ya dicho a diestra y siniestra en la prensa internacional. Nada nuevo. Lo interesante es, sin embargo, que el también autor de El ensayista liberal pero ahora escribiendo para el medio oficial del PSOE y desde su perspectiva como intelectual orgánico del mismo discurso, usa la figura fantasmagórica (en el sentido de Žižek, El sublime objeto de la ideología, p. 50) de Trump y su partido republicano de hoy (que, según Krauze, ya no es «El Grand Old Party, el antiguo gran partido, ha sido otra institución arrasada por ignorar las enseñanzas de los Founding Fathers sobre el riesgo de las tiranías») como medio ideologizado para darle duro a gente como Iglesias y a proyectos políticos como el de Podemos a quienes Krauze ve, esencialmente, como «narcisistas» y como la causa de la división del PSOE y, por tanto, como el peligro mayor para España, incluso peor que Rajoy y el PP, es decir, como un fantasma de lo que eventualmente desembocó en Franco y la Guerra Civil española (para muestra, leer https://goo.gl/mRry7H). Hoy Krauze invoca ese mismo espectro de división republicana en el «antiguo gran partido» del imperio e incluso la amenaza de una segunda guerra civil por lo utópico que él cree ha dado lugar a la insurrección derechista del billonario Trump y la desafortunada y soberbia escisión en el establecimiento que todo ello representa.

Por cierto, para Krauze, este autodenominado demócrata liberal o representante del liberalismo mexicano y discípulo de Gabriel Zaid (autor de obras como De los libros al poder o Hacen falta empresarios creadores de empresarios), no solo el español Iglesias (a quien también ve como el «caudillo mediático» español de la Revolución Bolivariana) y Podemos representan ese «narcisismo universitario» que él, como buen popperiano, rechaza por utópico y asesino de la realidad y en el que también incluye – y esa es su valoración de la Teoría Crítica latinoamericana – a todo el pensamiento revolucionario «típicamente latinoamericano» (incluyendo el de su recientemente fallecido connacional Rodolfo Stavenhagen) que él ve como infantilista y narcisista y, como Popper mismo, también como «una extraña vuelta al platonismo» (Popper lo argumenta en La sociedad abierta y sus enemigos), que es según él como «varias generaciones de universitarios buscaron imponer a la realidad la maqueta ideal de la sociedad perfecta». Su refutación última de Podemos es, pues, su rechazo tajante a la soberanía popular y la revolución de los pueblos, venga de donde venga, pero sobre todo si viene de abajo y de la izquierda. Y por ello escribe: «la mejor refutación de la teoría de Podemos está en la espantosa realidad en la que viven “el hombre, el humano, la mujer, la niña, el niño” en la Venezuela creada por el chavismo, una devastación sin precedente en América Latina».

Para Krauze, entonces, desde Trump (algo así como un representante de la insurrección derechista del Tea Party 2.0) hasta Podemos y desde la Puerta del Sol, Ayotzinapa o San Cristóbal (Chiapas) hasta la Revolución Bolivariana, todas estas son manifestaciones ilegítimas, de izquierda o de derecha, de una dantonismo utópico que él rechaza incluso si ello significa defender el neoliberalismo franquista de Rajoy, el neoliberalismo sucio de Macri, el priismo bastardo de EPN o el pentagosnimo agresivo y globalizador de Clinton. Krauze es, en realidad, un representante paradigmático de la miseria «filosófica» del extremo centrismo mexicano y español.