En función de la utopía se transan las almas
Marco Fonseca
Ya en noviembre del 2016 la Comisión Política de Convergencia (Pablo Monsanto) le había pedido a sus tres diputados «por ética» renunciar a sus curules por haber votado a favor de la planilla directiva del Congreso que resultó ganadora y que estaba encabezada por Oscar Chinchilla del FCN-Nación. Pero esto también creó problemas enormes con las bases y los movimientos sociales y también fisuras internas y malestares dentro de la «bancada de la dignidad» y con el partido (ver http://elperiodico.com.gt/?p=102774). El mismo Pablo Monsanto tuiteó el 8 de noviembre de 2016 diciendo: «Se vendieron los tres diputados de convergencia traicionando al partido». Días después del voto la bancada entera declaró que «fue un error político votar por la planilla FCN-Nación» pero que no renunciarían a sus cargos como lo estaba exigiendo el secretario general Pablo Monsanto (ver http://diariodigital.gt/?p=209453).
Esto, por supuesto, era solo el segundo choque entre la bancada y la gente de Monsanto por cuanto que, en mayo de 2016, cuando Serrano Elías lanzó su proyecto FREARE y Pablo Monsanto emitió un comunicado que posicionó a Convergencia como afín al proyecto serranista, «los tres (3) diputados de la bancada de CRD-CPO habían publicado otro comunicado en medios escritos en el que expresaron que no serían parte del proyecto liderado por un ex gobernante golpista y señalado por actos de corrupción» (ver https://goo.gl/xTCUie). Las fisuras entre la Comisión Política de Convergencia, el movimiento mayoritario de abajo CPO (que también rechazó públicamente al proyecto de Serrano Elías) y la bancada de diputados en el Congreso de la República ya estaban, pues, profundizándose durante el primer año de se gestiona en el Congreso.
La posición oficial de Convergencia, después de emitir una serie de críticas contra Velásquez, es la siguiente:
«[E]n la última Asamblea del Comité Ejecutivo Nacional de Convergencia, del 27 de noviembre de 2016, éste tomó la decisión de convocar al Tribunal de Honor de Disciplina del Partido, y le trasladó el expediente de Álvaro Adolfo Velásquez para que determine si su conducta política [de Velásquez] es merecedora de alguna de las sanciones que contemplan nuestros estatutos. Frente a lo que el diputado Álvaro Velásquez consideró su inminente expulsión, en congruencia con su actuar oportunista y manipulador, presentó su renuncia al Partido ante el Registro de Ciudadanos del TSE [el 22 de noviembre de 2016]. Con esta espuria forma de actuar, pretende evitar que el Tribunal de Honor y Disciplina, emita un dictamen que Velásquez está legalmente obligado a respetar» (Fuente: Comisión Política de Declaración Política sobre las incongruencias del diputado Álvaro Velásquez, 12 de enero de 2017).
Las acusaciones que la Comisión Política la hace a Velásquez incluyen algo que también ha sido reportado por la prensa local. Por ejemplo:
«En el caso de Álvarez, cabe destacar que su renuncia también se hace extensiva como presidente de la Comisión de Previsión y Seguridad Social, un tema que había marcado su trayectoria en los últimos meses y que también fue el motivo para que se produjeran las primeras diferencias a lo interno de su partido, pues ha sido uno de los promotores de la privatización de algunos servicios que presta el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.» (Fuente: https://goo.gl/7fiQTn).
En un tuit del 10 de enero, Velásquez escribió, confirmando las cosas, así:
«Cierto renuncié al partido Convergencia x diferencias ideológicas con PM [Pablo Monsanto] y para no causarle problemas a colegas de Bloque, seré Independiente»
En respuesta a las causas de su partida, Velasquez desarrolló un poco más la cosa en Twitter: «No me voy, me echan».
En este contexto mínimo, aunque por supuesto que en realidad es más amplio, hay que entender lo que ofrece Álvaro Velásquez como trasfondo de su renuncia y de sus «diferencias ideológicas» con Pablo Monsanto y otras gentes de la Comisión Política de Convergencia:
«Competí para este cargo con la certeza de la victoria y de mis capacidades personales para desempeñarlo. De hecho, mi militancia política empezó a los 19 años en el movimiento estudiantil y revolucionario. Considero que la bancada ha desarrollado un papel digno en el Congreso de la República. Sus miembros nos hemos complementado, pero sospecho que las tensas relaciones que se ensancharon dentro del partido entre algunos de nosotros y su secretario general, Pablo Monsanto, terminarán de definir el rumbo del proyecto político que alguna vez se quiso que contribuyera a la rearticulación de la izquierda en Guatemala.
En lo que a mí respecta, puedo decir que el ser humano se compone, como se sabe, de sus condiciones sociales de vida, así como de sus propias experiencias y, finalmente, de sus estudios. Y en ese camino se cometen muchos errores y algunos aciertos, pero, si para algo sirve la edad (ya tengo 49), es para aprender que las cosas no son como las pintan.»
Velásquez agrega, para lubricar la narrativa de su más reciente conversión, que aunque en un momento relativamente juvenil de su vida se definió como «gramsciano» (aún no entiendo eso), hoy ya más crecido y casi a los 50 años «podría decirse que soy ecléctico en muchas cosas. La única certeza que tengo es que solo la democracia entendida como soberanía del pueblo, competitiva, gracias a la cual las mayorías conviven con las minorías por medio de instituciones fuertes y un pluralismo justo, es la única forma de que salgamos algún día de la polarización y el subdesarrollo.»
En otras palabras, hoy anda en el rollo de organizaciones como EG o Semilla, es decir, expresiones del extremo centrismo en Guatemala. Como él mismo lo dice:
«Por cierto, ya no pienso como pensaba a los 19 años. Además, el mundo cambió y he tratado de ajustarme a ello. La política del sacrificio y de los ideales la aprendí en el movimiento revolucionario, pero la política de la práctica, tal como ocurre en Guatemala, la aprendí de Nineth Montenegro».
Lo que parece ser evidente es que mucho, si es que no todo, lo que Velásquez había escrito apenas en 2014 ya como miembro de Convergencia y que él mismo había bautizado como un «Manual para poner a las izquierdas de acuerdo» (ver https://www.plazapublica.com.gt/node/9181) se quedó en la utopía, en los archivos en línea de Plaza Pública y en la futilidad de no haber producido ningún acuerdo significativo o duradero entre las izquierdas en las que él ha militado.
Lo más «digno» en el caso de Velásquez, por supuesto, hubiera sido su renuncia total al Congreso. En ausencia de ello, nos queda la especulación. A juzgar por las palabras reflexivas de Velásquez y por sus agradecimientos extremadamente personales, cabe preguntarse si acaso Velásquez está buscando alguna participación no oficial (pues ello está prohibido y fue siempre criticado por Velásquez mismo) en el Congreso para EG o, mucho más posible, en el futuro electoral de esa organización. O ¿podría acaso Velásquez estar posicionándose ya dentro del Congreso como el primer diputado no oficial de Semilla, es decir, como un tránsfuga sin transfugarse o «independiente»? ¿Podría en cualquier caso estar alistándose para las próximas elecciones con una opción extremo-centrista o «ecléctica» como su gran juicio político «gramsciano» y educación «teológica» ha venido a dictarle hoy en día?
Veremos.
Vamos patria hacia la #RefundaciónYa desde abajo, democrática y rupturista
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).
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