Lecciones no aprendidas del 2015
Si un grupo de diez gentes, jóvenes, sin experiencia política o afiliación partidista, sin militancia social y sin una ideología revolucionaria concreta hubieran dicho, en 2014, «vamos a derrocar al gobierno de OPM y del PP», las fuerzas «realistas» de la izquierda tradicional, ya no digamos los activistas perpetuos de la sociedad civil y los/as ideólogos del extremo centrismo, hubieran dicho, sin duda alguna: ¡Imposible! ¡No hay condiciones objetivas! ¡Solo una rebelión armada podría hacerlo y ello es hoy imposible! ¡No hay correlación de fuerzas favorable! ¡Hay mucha división entre las fuerzas progresistas! Etc., etc., etc.
Pues bien, contra todo pronóstico cínico, realista, científico o pragmático, contra todo «análisis de coyuntura» o encuesta de opinión mediática hecha por la respetada ciencia social académica, el periodismo de media corriente o empresas privadas de opinión pública encargadas de construir el sentido común hegemonizante, fue la audacia de un grupo pequeño de gente joven, sin ninguna trayectoria en militancia política de que hablar pero armados/as con nuevas armas prácticas y mediáticas (que no han sido entendidas ni por doctores ni por periodistas o activistas empleados/as en la incidencia, los derechos humanos o las luchas pro-justicia) quienes lograron canalizar la fuerza ciudadana que empujó al régimen de OPM y el PP a que cayera como bola de plomo. No fue una «revolución de colores» como insisten algunos analistas de viejo cepo en Guatemala (desde dentro o fuera de Guatemala) (ver http://wp.me/p6sBvp-ga), pero fue un Acontecimiento sin precedentes en la república, ya no digamos en la praxis social y en la política guatemalteca (ver http://wp.me/p6sBvp-g). No se han aprendido las lecciones de esto pues la gente del activismo perpetuo en la sociedad civil buena a retornado a la razón cínica y al análisis coyuntural de «correlación de fuerzas» para pronosticar y, de hecho prescribir, lo que creen que es o no es posible en Guatemala.
El hecho de que las fuerzas que eventualmente lograron lo imposible pero no lograron pasar de ese momento espontáneo, rizomático y liminal crucial a un momento organizado, disciplinado y refundacional más decisivo o jacobino – aquel que dice «audacia, siempre audacia y más audacia» (ver http://wp.me/p6sBvp-85) – se debió a la mucha más rápida agilidad y posibilidad de las fuerzas del poder constituido para levantarse, retomar las riendas del proceso e imponer una restauración neoliberal y conservadora (ver http://wp.me/p6sBvp-2, http://wp.me/p6sBvp-AX y http://wp.me/p6sBvp-7V). Tampoco se han aprendido las lecciones de esto, no solo entre colectivos urbanos sino también por parte de la gente de abajo y de la izquierda entre quienes, podríamos suponer, debería de haber más interés por la Refundación.
Pero el punto es que en la política, sobre todo desde abajo y desde la izquierda, no hacemos solo lo que nos dicen que es posible. De ser así, no haríamos nada.
Vamos Guatemala hacia la #RefundaciónYa desde abajo, democrática y rupturista
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).
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Foto: La Hora
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