¿Los colectivos lo absolverán?
Marco Fonseca
Otra Guatemala Ya, La Batucada del Pueblo, USAC es Pueblo y otros colectivos urbanos de carácter rizomático y crítico surgieron o se alinearon con la protesta ciudadana de 2015. Estos colectivos no son mendigos del extremo centrismo o pordioseros políticos de La Embajada, no son meros peones de la cooperación extranjera o simples cojinetes en la carreta de una supuesta – aunque no existente – «revolución de colores». Estos colectivos no son soportes desde la buena sociedad civil para el Plan Alianza para la Prosperidad sino, al contrario, son espinas en su costado. Y, en lugar de haber resultado patéticamente seducidos y totalmente absorbidos por los fines del empresario social (como sí ha sucedido con otros colectivos juveniles que también surgieron en 2015), el trabajo contra la corrupción y la transparencia tal y como lo conciben y promueven el MP y la CICIG, es decir, por la versión amplia de la restauración conservadora y neoliberal, o por el deseo de «incidir» desde dentro del gobierno de JM (como ha sucedido con Somos y Lucrecia Mack), de una u otra forma estos colectivos siguen coherentemente demandando cambios profundos y estructurales en Guatemala. Y lo están haciendo desde la lucha de abajo y de las izquierdas, algunas de ellas incluso comprometidas con la Refundación. ¡Solidaridad!
Bueno, entonces ¿qué les parece a estos colectivos coherentes que Mario Roberto Morales les tilde de «“colectivos” dizque radicales pero financiados por la cooperación internacional» y los iguale a grupos como Guate Activa o Global Shapers (que él de hecho ni conoce)? ¿Qué les parece que los eche dentro de la «resaca de la “revolución de colores” placera»?
(Por cierto, eso de que en el 2015 hubo una «revolución de colores» en Guatemala es, como ya lo hemos argumentado muchas veces, un ejemplo de lo absolutamente pobre, absurdo y mecánico que es el entendimiento de MRM sobre lo que son las revoluciones de colores y lo que se requiere, como mínimo, para analizar una coyuntura política de crisis hegemónica como la que dio en Guatemala en 2015 y de la cual salió la restauración conservadora y neoliberal).
Pues bien, ¿no merecen esos comentarios insultantes, de hecho vulgares, de MRM una respuesta pública?
Yo no veo nada a todas luces «lúcido», excepcionalmente «crítico» o particularmente «consciente» en todo esto. La crítica a la izquierda rosada no es nada nueva ni monopolio de MRM. ¿Quién en la izquierda militante de Guatemala no la ha hecho o no la sigue haciendo? Uno de los problemas en la crítica de MRM a la «izquierda rosada», sin embargo, es que además de ser cruda y abstracta, la hace sin entender las interioridades ideológicas del extremo centrismo (un fenómeno que tampoco parece conocer, mucho menos entender) tal y como este ha surgido y funciona en la época de la globalización neoliberal y posmoderna en la periferia global. Mi desacuerdo no está pues en el papel insidioso y contra-revolucionario que siempre ha jugado la social-democracia, en primera y en última instancia, en Guatemala y otros lugares del mundo. Mi desacuerdo fundamental viene de la falta de distinciones cuidadosas y responsables en sus comentarios, distinciones que no implican ni requieren para nada ser «políticamente correcto», como lo afirma MRM y sus apóstoles. ¿No es, pues, hora de corregir estas crudas confusiones e incoherencias de MRM?
¿Acaso no se dan cuenta, sobre todo quienes lo defienden, que al mismo tiempo que acusa a prácticamente toda la vieja izquierda revolucionaria de haberse desviado de la causa verdadera (excepto, por supuesto, a César Montes) y al mismo tiempo que acusa a todos los colectivos urbanos, sin distinción alguna, de estar en los bolsillos de la NED o el NIMD, hoy es MRM quien más abierta y vociferantemente promueve un programa político de dizque «unidad» – que incluye a empresarios «progresistas» y no monopolísticos (¿dónde están? ¿con quienes están ellos/as?) y militares «nacionalistas» (el mismito tipo que sus discípulos denuncian como «militares progres» y «sospechosos») junto a ex-guerrilleros al estilo – ¿qué otra? – de César Montes (¿ni rosado ni lila?) y, por extensión, a Jorge Serrano Elías y su FREARE? ¿Acaso no ha hecho un llamado, una vez formada esta alianza, a negociar con Estados Unidos, desde la soberanía nacional, los términos mismos del Plan Alianza para la Prosperidad? ¿No es esto optar por meterse en la cama política precisamente con los/as enemigos/as ideológicos/as de las comunidades que luchan contra el extractivismo, los monocultivos, las megahidroelecticas y las megaminas que MRM – correctamente – acusa de ser una maldición para Guatemala? ¿No es pues el programa político que propone MRM un verdadero chirmol ideológico con la grotesca forma de un «ideario» liberal – como si MRM fuera un gran teórico liberal? Talvez sus estudiantes creen que lo es. Pero algunos/as de nosotros/as ya estamos viejos/as para que nos den leche de coche con un dedo y haciéndola pasar como que es leche crítica y lucidamente pasteurizada.
(Es precisamente porque MRM dice no ser un liberal de ideología sino que, más bien, un conocedor crítico de lo que realmente necesita «la situación concreta» de Guatemala en este momento, y por ello propone un ideario liberal como compromiso politico necesario para el momento histórico presente, lo que que resulta en algo grotesco).
Y, cuando inspeccionamos la propuesta liberal de MRM, propuesta de quien se dice no ser un traidor de la izquierda y de quien se dice no ser ni lila ni rosado, ¿No resulta siendo este programa político en realidad la peor excrecencia ideológica tanto de lo rosado como de lo lila que ha sido propuesta en Guatemala desde la firma de la paz? Con el perdón de Sergio Valdés Pedroni, yo no veo en nada de esto algo «inquietante» o «interrogante». Yo no veo en esto nada que sacuda «el árbol ya enfermo de la esperanza» o que abogue por «la voluntad crítica y conciente». Veo todo lo contrario.
Colectivos urbanos progresistas, críticos y consientes, no se queden en silencio.
Vamos Guatemala hacia la #RefundaciónYa desde abajo, democrática y rupturista
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).
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Foto: La Consigna, Otra Guatemala Ya