Las ONG, la «sociedad civil» y la contra-hegemonía

Las ONG, la «sociedad civil» y la contra-hegemonía

Hace exactamente un año, el 25 de septiembre de 2017, cuando Morales y algunxs de sus ministros estaban en Nueva York atendiendo la reunión anual de la Asamblea General de la ONU, escribí los siguientes comentarios en Facebook:

Las ONG de DDHH – parte de la sociedad civil buena y permitida que nos heredó los 90s – anuncian su salida del Foro Guatemala. Lo que no dicen en su comunicado es que dicha instancia de «diálogo» ha sido rechazada por la ciudadanía misma y que el único diálogo posible en este momento en Guatemala – como se planteó en las protestas recientes – es el que puede darse solo en el contexto de una ANC. Esto no es un detalle trivial ni una propuesta entre muchas. Es una demanda fundamental de la ciudadanía y, más particularmente, de los movimientos sociales mayoritarios.

Hablar de «sociedad civil» como si fuera una red o un espacio de fuerzas progresistas, ya no digamos contra-hegemónicas o rupturistas, que van desde movimientos sociales hasta ONG e iglesias, es como que un/a Marxista diga que sigue empleando la economía política de Adam Smith para explicar la riqueza de las naciones. Con eso dejaría totalmente fuera la crítica a la economía política (como disciplina y como forma de organización social) y contribuiría más bien a ocultar la fuente fundamental del valor y la acumulación de capital. Sería, así, parte del discurso de la dominación aunque se plantee en términos supuestamente progresistas. NO TIENE SENTIDO!

Igualmente, no es teórica o políticamente posible seguir hablando de la «sociedad civil» en términos liberales y luego pretender que dicho uso designa una forma de política contra-hegemónica incluso en sociedades como la de Guatemala. Menos aún después de la crítica gramsciana a la sociedad civil. Hacer eso es aceptar los términos y los marcos dominantes que definen la acción política y, con ello, contribuir al proceso hegemónico mismo. NO TIENE SENTIDO. Y no lo tiene aunque la gente, incluso la más politizada, diga «es mi propia forma de ver las cosas» o «es una forma de resignificar los términos». Esa falta de denominador común crítico en los lenguajes políticos que usamos, incluso entre gentes progresistas, es una de las razones que nos impiden articular un consenso contra-hegemónico mínimo.

Alguien del colectivo urbano Somos, Lucrecia Mack, ilustra los argumentos de arriba muy bien. Por eso pregunté: «¿Qué hace Mack en la ONU? ¿Qué hace firmando un decreto de estado prevención» junto a Jimmy Morales y Leticia Teleguario? ¿Qué hace, de hecho, en ese gobierno? ¿Cree que hay algo redimible en el mismo y que se pueden hacer cambios reales desde dentro del mismo al mismo tiempo que la ciudadanía, los movimientos sociales, demandan su la renuncia de Morales, de todo su gabinete y de todo el Pacto de Corruptos en el Congreso? ¿Acaso se puede separar lo técnico de lo político e ideológico en cuestiones de Estado y poder?

Todd Robinson [y hoy Luis Arreaga, Norma Torres, Iván Velásauez, Thelma Aldana, etc.] puede decir que «es bueno que la población se manifieste». Pero hay que recordarle que la ciudadanía está demandando muchísimo más que solo «depuración» del Estado neoliberal de derecho. Hay demandas claras y destituyentes que tiene en la mira el sistema de poder corrupto y cooptado que el mismo Estados Unidos ha venido apoyando por muchos años.

No hay ni puede haber analista alguno/a que pueda o deba ponerle temporalidades fijas a lo que es posible o imposible hacer a partir del poder constituyente – que no es lo mismo que sociedad civil. La gente que dice que todo dará su fruto dentro de tanto o cuanto tiempo es gente que no solo pone su fe en las «leyes de la historia» antes que su compromiso con la práctica sino que pone el discurso de lo que es posible o no es posible, redactado por los poderes constituidos, antes que la audacia y el poder de los/as excluidos/as. Ya estamos cansados de que nos digan, en base a sus calendarios, cuándo podemos no solo demandar justicia sino que esperar que la misma se vuelva realidad. Ya basta de dictar los términos y los ritmos de la historia aunque sea con el sutil murmullo de una «objetividad» que en realidad no es más que la subjetividad del poder asumida como predicción científica. Ya es suficiente lo que han hecho todos/as esos intelectuales que, pasándosela de expertos/as en el cronograma y los escenarios de la coyuntura, cobran su cheque con la regularidad de un método corrupto.

Demandemos lo que nos siguen diciendo que es imposible. Luchemos por todo eso que nos han arrebatado. Y repitamos lo que sea necesario hasta que caiga la Bastilla de la corrupción, la impunidad y la cooptación de nuestro futuro.

 

Vamos Guatemala hacia la #RefundaciónYa desde abajo, democrática y rupturista

Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).

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Una respuesta a “Las ONG, la «sociedad civil» y la contra-hegemonía

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