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Tiempos Recios: La apropiación neoliberal de la Revolución de Octubre en Guatemala

Aquí comparto un par de comentarios originalmente escritos en Facebook el 29 de septiembre de 2019, en base al avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa, Tiempos Recios, publicado por el El País.

Sorprende que no haya ocurrido antes. Pero con el próximo libro de Vargas Llosa sobre Guatemala, lo que tenemos es una versión de Arévalo como un proto-libertario de medio siglo, cortado a la medida de un proyecto neoliberal que ahora pretende reclamar para sí incluso ciertos aspectos de la “llamada” Revolución de Octubre. En otras palabras, ya no quieren que las izquierdas de Guatemala o del continente reclamen exclusivamente como suyo el legado revolucionario de Arévalo y Arbenz. Vargas Llosa, pues, ha abierto este terreno para la disputa ideológica de la herencia octubrista. Y quienes en Guatemala demandan un capitalismo no monopolista, competitivo, realmente abierto al mercado mundial y realmente capaz de “dialogar” con imperios y colonias, van a estar muy contentxs con esta nueva interpretación de la Primavera Guatemalteca, aunque no lo digan en público por temor a embarazarse.

Las frases problemáticas que delatan el neoliberalismo del autor:

“Este imperio [bananero de la United Fruit Company] era, sin duda, la obra de un hombre solo: Sam Zemurray. Ahora muchos cientos de personas dependían de él”.

Un texto entero que sale de la mitología neoliberal de Vargas Llosa:

“Para ello había trabajado de sol a sol y de luna a luna, viajando por toda Centroamérica y el Caribe en condiciones heroicas, disputándose el terreno con otros aventureros como él a punta de pistola y a cuchillazos, durmiendo en pleno campo cientos de veces, devorado por los mosquitos y contrayendo fiebres palúdicas que lo martirizaban de tanto en tanto, sobornando a autoridades y engañando a campesinos e indígenas ignorantes, y negociando con dictadores corruptos gracias a los cuales —aprovechando su codicia o estupidez— había ido adquiriendo propiedades que ahora sumaban más hectáreas que un país europeo de buena contextura, creando miles de puestos de trabajo, tendiendo vías férreas, abriendo puertos y conectando la barbarie con la civilización. Pero un problema es que era un “monopolio” que “nunca había permitido rivalizar con ella” a ningún otro monopolio “en una región donde ejercía un monopolio tiránico en lo que concernía a la producción y comercialización del banano.”

Hasta aquí, es cuestión de individuos, el héroe empresarial Sam Zemurray y el ideólogo de las relaciones públicas, sobrino de Freud, Edward L. Bernays. Y podemos detectar un similar heroísmo intelectual en Bernays:

“La publicidad y las relaciones públicas existían desde antes de que él naciera, por supuesto, pero Bernays había elevado ese quehacer, que todas las compañías usaban pero consideraban menor, a una disciplina intelectual de alto nivel, como parte de la sociología, la economía y la política.”

Es como si hubiera plagiado todo de alguna reseña biográfica del sobrino de Freud, como ésta – https://www.npr.org/templates/story/story.php… Mejorar la imagen del “Pulpo” – creo que Vargas Llosa usa este nombre de modo muy diferente a como lo usó Asturias – era una misión, de nuevo, empresarial. No hay nada aquí, de nuevo, sobre el contexto mayor. Y en cuanto a la Revolución de Octubre, simplemente se queda con llamarla “la llamada”; el socialismo espiritual de Arévalo le parece “confusamente idealista” aunque haya sido claro que no era el comunismo lo que lo movía sino “su amor desmedido por la democracia representa”. Pero, de todos modos, “Los soñadores suelen ser peligrosos, y en este sentido el doctor Arévalo lo es.” El peligro, pues, con Arévalo es que era algo así como un proto-libertario al estilo de Vargas Llosa mismo, es decir, alguien que quería “garantizar la libre competencia” y romper los monopolios como el de la United Fruit. En ello consiste la noción de “‘democracias modernas’” en donde “United Fruit tendría que enfrentarse a sindicatos, a la competencia internacional, pagar impuestos, garantizar seguro médico y jubilación a los trabajadores y a sus familias, y ser objeto del odio y la envidia que ronda siempre en los países pobres a las empresas prósperas y eficientes, y no se diga si son estadounidenses.”

Es, pues, un interpretación tendenciosa, una crítica neoliberal a los monopolios. Y aquí Arévalo sale como socio de Vargas Llosa, y solo podemos imaginar el veredicto que le espera a Arbenz.

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Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).

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Imagen: Revista Arcadia

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