Entonces habló Jesús a la gente, a sus, seguidores/as y discípulos/as, diciendo:
Intelectuales, religiosos/as, políticos/as, ministros/as y empresarios dicen que hay que respetar la ley, la Constitución, los principios morales, los valores;
Así que cuando os digan que para lograr la justicia, para salir del valle de la muerte, de la pandemia, de la pobreza, del sistema de pobreza e injusticia imperante, debéis respetar la ley, la Constitución, el Estado de derecho, guardadlo y hacedlo; la Constitución misma protege el derecho de rebeldía y disensión; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen; viven de modo contrario a la ley;
A la gente siempre le ponen cargas pesadas y difíciles de llevar, siempre le dicen que es “su responsabilidad” ser pobres o infectarse con un virus que puede ser mortal, y siempre las ponen sobre los hombros de los/as más débiles, la gente más precaria, la gente más olvidada; pero ellos, ricos y poderosos, políticos y empresarios, influyentes y letrados, abogados del simulacro y notarios de la corrupción, militares y policías de la “certeza jurídica”, ni con un dedo quieren moverlas;
Antes, hacen todas sus obras para hacer publicidad, adquirir fama, ganar legitimidad, construir consenso o imponer orden por medio de violencia y muerte; para ser vistos por todo mundo y de ese modo, por medio del miedo, obtener autoridad;
Estos intelectuales, religiosos, políticos y empresarios aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las mega iglesias, en las catedrales, en los palacios de gobierno, en los cuarteles militares, en los centros turísticos y en los hoteles internacionales, en las conferencias y en las embajadas;
y les encanta las salutaciones y las luces y las plataformas en las plazas, y que los hombres/mujeres los llamen: Señor Presidente, Tata, Maestro, Apóstol, Cardenal, Profeta, Doctor Honoris Causa o sin Honoris Causa, Pastor, CEO.
Pero vosotros, mis seguidores/as, no queráis que os llamen nada de esto, aunque sea merecido; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos/as. La igualdad y la inclusión es lo que vale, no los títulos ni los privilegios, el capital o el poder.
Por ello no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra: Presidentes, Apóstoles, Curas, quien sea; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Y ante esa autoridad, nadie entre vosotros puede reclamar títulos políticos, económicos o religiosos.
Ni pretendáis que os llamen maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. Ese es el camino.
Quienquiera ser mayor entre vosotros, deberá ser vuestro siervo. Quienquiera que quiera mandar, debe obedecer primero.
Quienquiera que se enaltece por medio de la religión, la economía o la política será humillado, y el que se humilla o quien resulte humillado por los poderosos será enaltecido.
Mas !ay de vosotros, intelectuales, religiosos, políticos y empresarios, hipócritas! porque cerráis el reino de la justicia para las mayorías pobres y excluidas; pero tampoco entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
Aunque os envío profetas, gente sabia, gente de conocimiento, de todos modos a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras iglesias o vuestros palacios, y perseguiréis de ciudad en ciudad, criminalizando a todo/a que os critique y señale de hipócritas, corruptos/as, mentirosos/as, cooptadores/as y simuladores;
para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que habéis derramado sobre la tierra, los ríos, los bosques y los valles que habéis acaparado, destruido y expoliado.
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Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony».
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