Detrás del análisis de las protestas que hace José Alfredo Calderón E. encuentro que se esconde una cierta ortodoxia conceptual que no ha sido actualizada en décadas. También encuentro un deseo por reflexionar con apertura crítica.
Aquí algunos pasaje de la primera parte de su comentario “Nuevo episodio de una lección no aprendida (El caso Sandoval)” que quiero comentar:
Dice: “Hay mucha emoción, pero muy poco análisis, sobre todo, con los escenarios que se vendrían de tener éxito las peticiones de renuncia del presidente y la fiscal general, por cierto, cuestión muy poco probable.” ¿No ha leído la crítica feminista a los análisis supuestamente racionalistas que excluyen otras formas de saber y actuar más allá del cálculo de costos y beneficios o del famoso “balance de fuerzas”? ¿No ha leído nada, incluso de lo escrito en Gt, sobre lo “sentipensante” que es parte de los nuevos discursos descolonizantes y los saberes del Sur Global? ¿No recuerda que en 2015 NADIE creyó, él mismo incluido, que sería posible lograr la renuncia de OPM y, sin embargo, se dio?
Dice: “Carencia total de un programa político que encauce cualquier movimiento reivindicativo para cambios más o menos sustanciales. Emoción y espontaneidad se unen nuevamente.” ¿No sabe que la naturaleza de los movimientos sociales desde 2011 es, precisamente, el rechazo a escribir (o aceptar) programas políticos unidimensionales que “encausen” los movimientos emancipadores? ¿No sabe que desde que se dio la “crisis del marxismo”, incluso desde el 68 europeo, ha habido un creciente rechazo a la idea de “programas políticos” como producto de sujetos unificados, monolíticos y centralizados? ¿No entiende lo que son los movimientos rizomáticos contemporáneos que están siendo explorados por lo que a mi juicio es lo más avanzado de la teoría crítica? ¿No ha leído ni siquiera una introducción básica al pensamiento de Gramsci quien, de modo absolutamente irrefutable en el presente, defiende la dialéctica de los espontáneo y lo disciplinado? De hecho, no hay movimiento social contemporáneo, en ningún lado, que pueda avanzar precisamente sin reconocer y potenciar su lado espontáneo y, por extensión y vice versa, no es posible que surja una articulación (concepto que no simplemente sustituye al de unidad, sino que es su crítica inmanente, práctica y filosófica) sin que haya un elemento de disciplina. Pero esto es una dialéctica y no hay privilegio de un momento sobre el otro.
Dice: “El desdén con el que se toma la falta de liderazgos que conduzcan con propiedad y claridad, cualquier movimiento ciudadano.” ¿No tiene conocimiento de la crítica que se ha desarrollado desde el surgimiento de los nuevos movimientos sociales (en los 90s) hasta el de los movimientos rizomáticos (a partir de 2011) hacia los liderazgos que pretenden conducir todo con “propiedad y claridad”? Pues detrás de esos términos, “propiedad y claridad”, es donde se esconde una ortodoxia tradicional y purista que no tiene cabida en los movimientos de protesta del presente. La ética e incluso la perspectiva de los movimientos emancipadores es hoy impura y se adhiere más bien a lo difuso y lo que Zizek llama la perspectiva “parallax”. Es decir, no hay claridad hasta que no cruzamos los ojos!!!
Dice: “La certeza, nuevamente, que es hoy o nunca y cualquiera que se oponga a la acción inmediata y contundente de las masas, es parte del enemigo…” Con lo que, en parte concuerdo y en parte estoy en desacuerdo. Las condiciones están dadas… y creo que los profetas o analistas del realismo – aquel que siempre dice que no hay condiciones – sí pueden volverse agentes de los grupos de poder. No es una reflexión inútil.
Ahora algunos pasajes con los que sí concuerdo:
Dice: “Una reacción de incomodidad hacia todos aquellos que llamamos a la reflexión crítica y autocrítica y que hablamos de nuevos enfoques, nuevos métodos de lucha, con énfasis en lo cultural e ideológico; más creatividad, inteligencia estratégica y análisis previo a cualquier acción, para no caer en la espontaneidad y fracaso de un 2015 y 2017.” Pues de eso es lo que hablo arriba: nuevos enfoques, nuevas formas de reflexión crítica y autocrítica…. esto siempre incomoda a mucha gente, más a gente que está tiesa, que se ha quedado atrás o que, por la repetición de lo mismo, les gusta mantenerse al centro de las cosas. Cada vez que surge algo nuevo y se ven obligados/as o interpelados/as a tener que actualizarse… es más fácil atribuirlo al intelectualismo y no al desarrollo inevitable del pensamiento crítico. Eppur si muove.
Dice: “Una profunda ignorancia de la historia y un analfabetismo político muy grave sobre las cosas más básicas. Estas dos condiciones, perfilan grupos desarticulados sin la menor claridad política de lo que pasa y puede pasar.” Sí, de acuerdo.
Dice: “Llamados a la unidad desde la sempiterna división de “castas”. Cada uno concibe la unidad de diferente forma y siempre, alrededor de ellos mismos.” Muy cierto. Agrego que desde los esencialismos étnico-políticos (como era el paymayanismo en los 90s o el abyayalismo hoy) es imposible llegar a “unidad” de cualquier tipo; desde los comunitarismos tradicionales, jerárquicos y patriarcales es imposible alcanzar los universalismos básicos pero críticos que requieren las articulaciones democráticas, horizontales, emancipadora y rupturistas… no poseer este sentido crítico lleva a querer buscar “balances” y “equilibrios” que rechazan tanto los populismos contemporáneos como “el radicalismo” de los movimientos emancipadores; desde los nacionalismos mestizos o criollos – por ejemplo, ilustrados por el nacionalismo del deporte o el cacifismo de las elites depredadoras – es imposible desarrollar lo que Gramsci llama una “reforma moral e intelectual” autodescolonizante, solidaria y emancipadora que sirva de base para una conciencia moral crítica como la que requiere la Refundación. Es más, la noción de “unidad” es, en sí misma, parte del problema y causa-raíz de la fragmentación y los eventuales sectarismos que siempre surgen una vez se ha logrado cierta unidad. Yo opto por articulaciones y ya he definido esto varias veces.
La segunda parte de su comentario se resume, a mi juicio, en la interrogrante ¿Renuncia ya y después qué?
Mucho de lo que dice José Alfredo Calderón E. en la segunda parte de su comentario se puede resumir diciendo: El Pacto de Corruptos y las elites depredadoras son capaces de cambiar personal rápidamente, son capaces de hacer promesas demagógicas e incluso algunos “sacificios” (incorporando a su personal, por ejemplo, a gente como Sandoval si es que Estados Unidos logra que lo reinstalen en su posición), si ello garantiza su permanencia en el poder y la desactivación de una crisis de legitimación o hegemonía. Por ello no basta con demandas (y articularse para demandar) renuncias. Es preciso avanzar en las consignas y las protestas y demandar una refundación. De lo contrario, como José Alfredo lo pone, “el celador de Xibalbá ya está preparado para el estribillo de siempre: Todo tranquilo y sereno…”.
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).
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