Este comentario está basado en la entrevista que Enrique Naveda, director del medio virtual Plaza Pública, le hizo a directivos/as y otros/as miembros/as del naciente Consejo Nacional Empresarial (CNE) de Guatemala.
Entre la gente del CNE está María Fernanda Rivera (presidenta), Alfonso Muralles (vicepresidente, también de la Agexport), Javier Montenegro (secretario), Benjamin Fossen (tesorero), Miriam Chales (vocal I), Hans Peter (vocal II) e Italo Antoniotti (vocal III). En su recientemente lanzado sitio de Internet, el CNE también lista hasta el momento otros/as 34 “socios” entre quienes se encuentran Luis von Ahn, Jayro Bustamante, Estuardo Porras Zadik, Raúl Figueroa Sarti, etc.
El programa del CNE fue recientemente publicado con el título “Hacia una agenda de modernización de la gobernanza económica guatemalteca”. También acaban de crear su sitio en Internet y su cuenta de Twitter. Pero, en el presente comentario nos limitamos a extraer y brevemente comentar solo algunos pasajes de la entrevista con Plaza Pública para ilustrar algunos puntos centrales del debate emergente entre varios grupos empresariales de Guatemala en torno al Estado, la corrupción, el modelo económico y el papel del Cacif.
“Aunque no faltan quienes han sido incluso directivos en algunas gremiales, de los demás, solo unos pocos han participado en la vida pública de forma visible. Hay empresarios del agro, de la banca y las finanzas, del arte, tecnológicos, hay industriales, hoteleros, publicistas, abogados, y empresarios de la construcción, pequeños y grandes y gigantes. «Si crees en lo mismo que nosotros, aquí eres bienvenido, si compartes visión. No hay otro filtro», dice Rivera, aunque luego añadirá dos detalles: todos están trabajando con sus propios recursos, y ninguna de sus empresas tiene contratos con el Estado.” (PP) Argumentan, lo que suena muy familiar, que “el sistema económico nacional es «un sistema diseñado para que fracasemos»”.
Un “sistema diseñado para que fracasemos” es, precisamente, lo definición que hemos ofrecido en varios lugares y escritos del Estado neoliberal que surgió en 1985 y que ha sido expandido de acuerdo al modelo del capitalismo del desastre que, en su versión guatemalteca, es lo que hemos llamado cacifismo. Se trata de un modelo que se ha beneficiado no del crecimiento de la riqueza nacional, sino del crecimiento exclusivo de la riqueza empresarial en torno al Cacif; es un modelo que se ha beneficiado, no con sacar a las mayorías sociales, indígenas, incluso de clase media, de su creciente precariedad, sino que precisamente de lo contrario, es decir, con su creciente pobreza. Es con este modelo que vinculamos la ampliación del extractivismo (monocultivos, minería, hidroeléctricas, etc.), pero también la normalización de la corrupción exuberante como método de pago o compensación para la clase política (en su mayoría proveniente de grupos medios y militares). Esta alianza entre cacifismo y corrupción es lo que está en la base del Pacto de Corruptos que hoy encabeza lo que llamamos el proceso de restauración total en Guatemala.
Además,
“defienden que, mientras el sistema económico político disfuncional expulsa a sus ciudadanos a migrar a EEUU, también le permite a miembros del establishment cosechar privilegios gracias a una paupérrima gobernanza y al subdesarrollo económico: las propias remesas, dice, fortalecen las actividades económicas dominadas por las élites históricas, robusteciendo su alcance político, y dotándolas de poder de veto sobre reformas económicas e institucionales como la modernización de la Superintendencia de Administración Tributaria, la ley de competencia y antimonopolios, o la reforma judicial.” (PP)
Por ahora la rivalidad naciente entre CNE y Cacif se maneja en términos tolerantes y de entendimiento:
“Es inevitable tratar de hacer una contraposición entre Cacif y nosotros, pero tampoco se puede decir que todas las empresas que están en él son de tal o cual forma: hay un montón de modelos alrededor de eso. Lo que es importante decir es que la mayor parte del sector privado en Guatemala no es Cacif. El sector privado es amplísimo. Cacif tiene una representación valedera y no es que no compartamos nada. El llamado es a que pongamos sobre la mesa estos grandes temas que consideramos importantes. Pero hay mucho más sector privado. Nosotros somos una alternativa para quienes compartan esta visión más integral y más de largo plazo para la transformación estructural hacia una economía capitalista, más moderna y sofisticada.” (PP).
Pero ya es posible anticipar que la cordialidad y tolerancia del presente bien pueden dar lugar a una nueva crisis dentro de las elites – como en 2015 – y dar lugar a una nueva crisis de hegemonía como la que desataron las investigaciones de la CICIG en 2015 y 2016 y que dejaron al Estado en Guatemala al desnudo. Pues las cúpulas del Cacif son, por definición, intolerantes de las disidencias y están acostumbradas a sus privilegios económicos y políticos y al monopolio de la verdad y la autoridad.
Hoy en día el tema de la corrupción como privilegio económico y medio de enriquecimiento ilícito (tanto para la clase política como para el sector privado) es central y la gente del CNE lo tiene muy claro:
“Quizá del privilegio más dañino y pernicioso que tiene Guatemala es la corrupción. Ese privilegio es el motor de la pobreza y el statu quo, que se siente en una zona de confort con este sistema, posterga esta lucha. La corrupción trae capitales perniciosos y ahuyenta los sanos. Lo primero es abanderar la lucha contra la corrupción. Pero no hay una posición fuerte del sector privado contra ella. Es muy distinto decir «estoy contra la corrupción” a señalar determinados privilegios obtenidos gracias a ella. Por ejemplo, medicinas, carreteras. El modelo económico.” (PP)
Todo esto pone de relieve que la corrupción no se trata de malas peras en canasto de fruta sana, sino que es todo el canasto (el “modelo económico”) el que funciona por la corrupción.
Este punto ilustra cómo detrás del modelo constitucional republicano existe en realidad un modelo constitucional cacifista:
“Aquí todo el mundo aquí dice que defiende la república. Pero en realidad lo que se hace es ponerle algo paralelo al Estado. Eso no tiene nada que ver con una república. La ley de infraestructura es ponerle un paralelo de construcción.” (PP)
O sea que, por lo menos en este punto, estos/as voceros/as del CNE tienen mejor análisis del Estado ampliado que mucha gente de la sociedad civil que sigue insistiendo en el hecho de que detrás del Estado corrupto hay en realidad un Estado de derecho que hay que rescatar. Concuerdo que “eso no tiene nada que ver con una república”.
Interesante que, aunque Naveda trató de introducir el tema de la “certeza jurídica” en la entrevista, quizás porque es un tema absolutamente central en el discurso empresarial del Cacif, el CNE se fue por otro rumbo: “Si estás dispuesto a participar en corrupción, eres competitivo. Si no, estás fuera.” Como mínimo esto significa que antes de demandar certeza jurídica hay que construir un campo realmente competitivo, balanceado y sin privilegios legales.
Quienes leyeron varias reacciones en Twitter no van a poder dejar de notar su total falta de análisis y capacidad crítica en cuanto a esta nueva expresión empresarial. Las elites de Guatemala no son monolíticas ni totalmente herméticas aunque esa sea la impresión que se desprende de alguna de la literatura que hay en Guatemala sobre “el linaje” y el racismo. Se trata de grupos abigarrados, traslapados, contradictorios y, en ciertas coyunturas históricas, altamente competitivos, conflictivos e incluso rivales. En la entrevista en PP, de modo muy cauteloso, la gente del CNE hace una crítica muy suave a “Disidencia y disciplina” por haber sido un estudio limitado tanto en muestra como en filosofía y metodología: “Disidencia y disciplina enfocó unas «pocas» presiones que tuvieron las personas de ese núcleo. Pero eran un grupo de amigos. Nosotros nos volvimos institucionales, que es muy distinto.” O sea que la gente del CNE rechaza la lógica del miedo, la estrategia de disciplina, en la que tanto se enfoca el estudio mencionado y relativizan la estrategia de intimidación o del “miedo” como algo que pueda generalizarce antropológica o empresarialmente. Dicen: “Hay un riesgo que todos aquí meditamos, el libro de Alejandra Colom lo recoge, pero tenemos que hacer algo y alguien lo tiene que hacer. Si pasa, tendremos que ponernos creativos.”
Marco Fonseca es Doctor en Filosofía Política y Estudios Latinoamericanos por parte de la York University. Actualmente es instructor en el Departamento de Estudios Internacionales de Glendon College, York University. Su libro más reciente se titula «Gramsci’s Critique of Civil Society. Towards a New Concept of Hegemony» (https://goo.gl/Oeh4dG).
Este blog es libre y de código abierto. Usted tiene permiso para publicar este contenido bajo una licencia de Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International licence con atribución a Marco Fonseca y #RefundaciónYa. Está permitida la copia, distribución, exhibición y utilización de la obra bajo las siguientes condiciones:
No comercial: se permite la utilización de esta obra con fines no comerciales.
Mantener estas condiciones para obras derivadas: Sólo está autorizado el uso parcial o alterado de esta obra para la creación de obras derivadas siempre que estas condiciones de licencia se mantengan para la obra resultante.
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/deed.es
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/
